NARRATIVAS
DIGITALES
Y EMPODERAMIENTO
CIUDADANO.
ESTUDIO SOBRE LA
PERCEPCIÓN[1]
DIGITAL NARRATIVES AND
CITIZEN’S EMPOWERMENT.
STUDY ABOUT THE PERCEPTION
Francisco García García
Universidad Complutense de Madrid
Francisco José Gil Ruiz
Universidad Complutense de Madrid
María Jesús Rosado Millán
Fundación para la Investigación Social Avanzada
http://www.doi.org/10.5281/zenodo.7654480
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Recibido: 22 11 2019
Aceptado: 8 03 2020
Publicado: 01 07 2020
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Cómo citar este artículo.
García García, F.; Gil
Ruiz, F.J.; Rosado Millán, M.J. (2020).
Narrativas digitales y empoderamiento ciudadano.
Estudio sobre la percepción.
ASRI. Arte y
Sociedad. Revista en Are y Humanidades Digitales. (18), 48-78.
Recuperado a partir de https://revistaasri.com/article/view/4754
Resumen
Este trabajo plantea una aproximación
al ciudadano actual mediante su interacción con los discursos digitales. Entre
los objetivos, destacan los de describir la actualidad de la percepción del empoderamiento,
investigar la interacción del ciudadano con las Tecnologías de la Información y
la Comunicación (TIC) en diversos ámbitos, contrastar la percepción de esta
materia por parte de los usuarios con respecto a la de una serie de expertos, y
lograr un perfil aproximado que describa al ciudadano actual. La metodología
consiste en una encuesta general de 100 usuarios, por un lado, y otra de 12
expertos por otro, para contrastar el punto de vista de ambas muestras. Los
puntos tratados abarcan los ámbitos: general, profesional, educativo, informativo,
y de ocio y entretenimiento. Las conclusiones alcanzadas proponen un retrato
del ciudadano y su empoderamiento mediante su interacción digital.
Palabras clave: Ciudadano, Empoderamiento, Internet, Redes sociales,
Narrativas digitales.
Abstract
This paper
shows an approximation to the actual citizen through his interaction with the
digital discourses. Among the objectives, the highlights are describing the present
of the empowerment’s perception, researching the interaction between the citizen
and the Communicational and Informational Technologies (CIT) in different
ambits, contrasting users’ perception with the experts’ perception, and getting
an approximate profile able to describe the current citizen. Methodology
consists of a general survey to 100 people on the one hand, and another to 12
experts on the other, to contrast these two samples’ points of view. The
treated issues were general, professional, educative, informative, and leisure
and entertainment. The conclusions propose a portrait of the citizen and of his
empowerment through his digital interaction.
Keywords: Citizen,
Empowerment, Internet, Social networks, Digital narratives.
1. Introducción
Ortega y Gasset (2014) elucubró en el pasado
siglo acerca de lo que era el “hombre-masa”, aquel hombre que, “sintiéndose
vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores
a él” (p. 203). Es decir, un hombre que
quiere bastarse por sí mismo, ser el protagonista de su entorno; un retrato que
no resulta lejano del ciudadano contemporáneo se sienta o no vulgar.
La sociedad actual se caracteriza por
la participación de la ciudadanía en los asuntos colectivos, participación
dada, en mayor o menor medida, gracias a Internet y las redes sociales (Ayala,
2014), configuradoras de un espacio para la expresión, el entretenimiento y la
discusión, debido a sus propias características que extienden y facilitan la comunicación
humana en el espacio y en el tiempo.[2]
García Galera y Fernández Muñoz (2017) dicen que con las redes sociales se
puede compartir instantáneamente cualquier momento cotidiano, al margen de
cualquier frontera espacio-temporal (pp. 1-2), rompiendo así la separación
entre la “res pública” y la “res privada” (Martínez Gutiérrez 2014, p. 31)
Para Lipovetsky y Serroy
(2010) el mundo se apoya en cuatro pilares: el hipercapitalismo
(capitalismo global), la hipertecnificación
(tecnología global), el hiperindividualismo, y el hiperconsumismo. La interacción entre estos conceptos da
lugar, aunque suene paradójico, a la globalización de la cultura, que apunta
hacia una forma de consumo global (p. 34), y conforman lo que los autores
denominan la “cultura-mundo”: el “fin de la heterogeneidad tradicional de la
esfera cultural y universalización de la cultura comercial, conquistando las
esferas de la vida social, los estilos de vida y casi todas las actividades
humanas.” (p. 9)
Dentro de la globalización se encuentra
la realización individual, la interacción entre las personas, interpelada, hoy
en día, por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En esa
relación aparecen también las narrativas digitales, que fomentan los relatos
que nutren al ciudadano y configuran su mundo. Este trabajo persigue una instantánea
sólida sobre las percepciones actuales de los usuarios en cuanto a su
empoderamiento sobre los discursos que conforman Internet y las redes sociales,
en aras de plantear horizontes de mejora de la convivencia y el empoderamiento
digital.
En este artículo se abordará el empoderamiento
dado de internet y las redes sociales, para lo cual se procurará una
aproximación hacia el retrato del ciudadano digital actual. Para ello se
llevarán a cabo dos encuestas, una general a ciudadanos, y otra a expertos. Mediante
el contraste entre ambas, se podrá proponer cómo el ciudadano se percibe en
cuanto a los usos que los recursos digitales le permiten alcanzar.
2.
Marco teórico
2.1
Empoderamiento ciudadano
El empoderamiento se remonta al siglo XVII y significaba “dar
poder a otra persona para que la representase”, “autorizar”. Se conserva dicho
significado, si bien el concepto se ha ampliado, vinculándose a la noción de
poder entendido como “capacidad para la acción”, no como dominación. Esta nueva
concepción del concepto empoderamiento tiene su origen en el enfoque de
educación popular de Paulo Freire desarrollada en los años 60 del siglo XX y en
los enfoques participativos de los años 70. El empleo de “empoderar” y “empoderamiento” con
este nuevo significado, que comenzó en el ámbito educativo, para irse
haciendo cada vez más extenso, y ello se refleja, por ejemplo, en la frecuencia
de su aparición en los medios de comunicación o en los documentos normativos
europeos. Los puntos clave del concepto los encontramos en eumed.net[3]:
•
El
concepto de empoderamiento se utiliza en el contexto de la ayuda al desarrollo
económico y social para hacer referencia a la necesidad de que las personas se
fortalezcan en su capacidad de controlar su propia vida.
•
Se
concibe este término como el poder de hacer, de ser capaz, así como de sentirse
con mayor control de las situaciones.
•
El
individuo tiene un rol activo y puede actuar en cualquier programa de
cooperación gracias a la actitud crítica que ha desarrollado.
•
El
empoderamiento se incentiva cuando se fomentan la autoconfianza, seguridad y
asertividad para tomar decisiones, realizar cambios y resolver problemas.
•
Se
entiende como la capacidad de organizarse con otras personas para alcanzar una
meta común. concebir
2.1.1. Poder
y empoderamiento
El concepto “poder” tiene dos significados relacionados con
su finalidad: poder para la dominación y poder para la acción. El primer
significado está vinculado a la imposición sobre las voluntades, mientras que
el segundo alude a la colaboración y la cooperación.
El poder como dominación significa, siguiendo la clásica
definición de Max Weber,
[...] la probabilidad de imponer la
propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y
cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad [...] Por dominación debe
entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado
contenido entre personas dadas (Weber, 1964, p. 43).
Es la imposición de la voluntad de una persona sobre otras
con la aquiescencia de estas, ya sea por temor, alienación o necesidad.
Galbraith (2013), hace una interesante aportación al destacar que la fuerza de
este poder radica en que se mantenga oculto, que no sea evidente para quienes
prestan sumisión.
Ahora bien, considerando el poder como capacidad para la
acción, ello implica iniciar una acción dada la presunción de la capacidad para
ello. Por un lado, el individuo puede creer en sus capacidades para hacer algo.
A nivel colectivo eso implica unir voluntades para aumentar la capacidad de
actuación sin obedecer con ello a ninguna dominación. Esto conecta con el
concepto de empoderamiento, y se relaciona con la concepción de poder de José
Antonio Marina (2008), que lo define como “la capacidad de realizar algo, la
facultad de convertir en acto una posibilidad. Es pues, acción realizadora” (p.
27), y otorga al “poder personal” (la facultad de hacer y actuar), la forma más
originaria de poder. Este poder se subdivide entre el poder “autorreferencial”
(aquel dirigido a uno mismo), y el “poder social” (dirigido a los demás) (pp.
28-29).
El poder como capacidad para la acción (empoderamiento), se
transforma en un medio para el cambio de la realidad social e implica una serie
de capacidades que equilibran los deseos de los sujetos y sus posibilidades de
cara a una acción. Empoderarse significa creer en las capacidades propias, con
independencia del éxito que se pueda tener o no a través de la acción. Los tres
ejes sobre los que gira el empoderamiento son: la creencia en las capacidades
propias; la conciencia del contexto social, cultural y estructural en el que se
inserta el sujeto; y la decisión de transformación de la realidad social
teniendo como meta siempre el bien común (Larrea, 2008).
Desde la entrada en la civilización, los sistemas de organización
adoptados no dejan de ser, a nuestro entender, formas de poder dominante:
imperios, monarquías, dictaduras, religiones, revoluciones y estados han mantenido
relaciones poderosas sujetas a la evolución social. Ejemplo de ello es la
adopción, según Foucault (1988), del “poder pastoral”, procedente del cristianismo
y adoptado por los Estados modernos para asegurar no ya una buena vida tras la
muerte, sino el bienestar en la vida terrenal (p. 7). Mientras que aquí el
ejercicio del poder para este autor es una manera de actuar sobre otro u otros
que actúan o son susceptibles a ello (p. 15), en Microfísica del poder (1992)
subraya que el poder viaja entre los miembros de una sociedad, generando relaciones
de poder entre familias, educadores, etc. Éstas no representan al poder del Estado,
pero el Estado las necesita para existir (p. 157). Observamos, pues, un poder
transversal en todas las facetas de la vida, dividido en subpoderes
dependientes de un poder mayor. El poder, por tanto, parece divisible, moldeable
y aprovechable a nivel colectivo:
Lo que hace que el poder agarre, que se
le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino
que de hecho la atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce
discursos; es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo
el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene como función
reprimir (Foucault, 1992, p. 182).
2.1.2. Poder y comunicación
El poder comunica y es comunicación. Luhman
(2005),
entiende el poder como un medio de comunicación: existe una selectividad del
mensaje que debe ser reconocida como mensaje y como selección por aquel que lo
recibe e interpreta. El acto de seleccionar de manera recíproca genera
reproducciones simplificadas, y ayuda al poder a poner orden entre las
selecciones de unos y otros, funcionando como un catalizador que administra los
sucesos: “el poder es una oportunidad para aumentar la probabilidad de
realización de combinaciones improbables de selecciones” (Luhman,
2005, pp. 18-19)[4].
Esta selectividad es palpable en el caso de las redes sociales: cualquier tuit,
vídeo, post… es información seleccionada por un usuario para expresar una idea,
una opinión, una verdad, una mentira. Así pues, por un lado, mediante la comunicación
podemos administrar lo que se difunde mediante nuestro propio criterio, pero
por otro, al consumir contenidos elaborados por otros, también hay un control
sobre lo que el individuo ve en los medios. Actualmente también se monitorizan
nuestras acciones digitales de tal forma que, como dice el Comité invisible en Tiqqun (2015), tiene más credibilidad el perfil de Facebook
de una persona, que la persona en sí (p. 46); lo cibernético se ejecuta negando
aquello que escape a la regulación, se quiere abarcar “la existencia y lo existente”
(p. 70). Cabe destacar de la hipótesis
cibernética que el sistema de comunicación se consolidará como “la fuente y el
destino de todo poder” (p. 73), de manera que el sujeto se rediseña en pos de
una pérdida de sustancia basada en la generación de vínculos sociales (p. 86).
Interpretamos de Tiqqun que desaparece la
individualidad en favor de una masa de consumo estructurada de la misma manera
para facilitar su control, algo que también subraya Han (2014) cuando habla de
la sociedad de la vigilancia. Es pertinente, por tanto, explorar el
empoderamiento ciudadano en lo que se refiere a su vivencia digital, ya que
como vemos, el poder en la comunicación se relaciona fácilmente con la idea de
control, subrayando esas contradicciones que indicaba Soengas
(2009, p. 294), refiriéndose a las tecnologías: por un lado, son accesibles, y
por otro, amenazan libertades individuales. Adinolfi (2009,
p. 140), señaló una equivalencia entre la información y el poder: en Internet
fluye la información, y por ende el poder, un poder que puede albergar
manipulación, desorden, desinformación…[5].
Podemos sintetizar todas estas ideas en este párrafo de Serrano:
La sociedad del conocimiento representa
la memoria casi infinita y la globalidad generalizada. Un crecimiento espectacular
de la independencia de las personas, como consecuencia de la cantidad de
información disponible, pero también, y muy paradójicamente, de la fragilidad y
la vulnerabilidad. (Serrano, 2012, p. 16).
2.1.3. Empoderamiento digital
Según la R.A.E., empoderar es “hacer poderoso o fuerte a un
individuo o grupo social desfavorecido” (23ª ed., 2014). Atendiendo a
Murguialday et al. (2005-2006), el empoderamiento es el “proceso por el cual
las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como
grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven.”[6]
Indican estos autores que tradicionalmente se aplicaba en cuestiones de género,
y con el tiempo se ha ido ampliando a otros colectivos sociales, especialmente
aquellos que constan de cierta vulnerabilidad. En lo concerniente a lo digital,
Cáceres Zapatero et al. señalan que,
Empoderar (dar poder) a la ciudadanía
es tarea prioritaria de la profundización democrática y cuestión que cobra
actualidad a la vista de las herramientas y recursos hoy disponibles (datos en
abierto, facilidad de acceso a la información, requerimientos de transparencia,
etc.)”. (Cáceres Zapatero et al., 2016, p. 652).
El ciudadano dispone de múltiples dispositivos para crearse
consciencia de sí mismo y del mundo, y las narraciones, tal y como indica
García García (2002), suponen una muy importante: los
relatos manifiestan los mundos posibles a los que el individuo puede acceder,
acercándose a todo tipo de escenarios más o menos posibles. Eso resulta válido
para los relatos de ficción, pero también para los discursos digitales de
información y entretenimiento, para el flujo informativo y de entretenimiento
permanentes que Han (2014) critica por la ausencia de silencio y culmen de
transparencia.
Las tecnologías crean nuevos hábitos de comunicación (Fernández,
E. P., 2017, p. 17), siendo los datos abiertos los que conectan ciudadanos, gobiernos,
instituciones y que renuevan la acción pública (Monino y Sedkaoui,
2017)[7].
En esta línea, Viché (2015, p. 360) observa el ciberespacio como una dimensión empoderadora basada en la organización colaborativa,
horizontal, de intercambio, identificación, participación y compromiso, donde
el ciudadano puede darse visibilidad de una forma instantánea y flexible. Los
datos son la clave del siglo XXI, y tendrán eco en todos los rincones del
individuo y la empresa (pública y privada). Gertrudis Casado et al. (2016),
subrayan la importancia del Open Data y el Open Government
como valor añadido para el ciudadano y la empresa (p. 41), fruto del cambio de
mentalidad que genera estructuras colaborativas en la red en favor de la
liberación de datos, lo cual empodera al ciudadano en labores de control político
y empresarial (Álvarez García et al., 2014)[8].
El lenguaje digital genera, además de ese empoderamiento
individual, formas concretas de poder sobre el individuo, que resumimos de
Castells (2010): 1) El poder de conectar en red (networking
power): poder de los que tienen acceso a la red
frente a los que no lo tienen; 2) El poder de la red (network
power): hay protocolos que deben ser aceptados
para poder acceder a la red; 3) El poder en red: referido a quién controla las
redes dominantes (según el autor hay varias fuentes de poder, de manera que
cada red tiene poder en función de cómo son sus objetivos y cómo los alcanza);
y 4) El poder para crear redes, que pertenece a los programadores.
Pero el poder en Internet no está libre de sospechas.
Rodríguez Prieto y Martínez Cabezudo (2016, pp. 116 y ss.) subrayan el netpower o poder en red, mediante el cual empresas
privadas realizan acciones solo equiparables a las de los gobiernos, como el de
restringir contenidos, lo cual problemas a la hora de hacer respetar la
libertad de expresión. Ello se relaciona con la tiranía de lo efímero, con la
sustitución de la reflexión profunda por la irrelevante, y sirve de contexto
para la Dictanet, esto es, un proceso mediante
el cual se restringe la libertad de acceso, la de intercambio y comunicación,
la de tutela judicial efectiva, y la de creatividad política, social y
económica, reunidas todas en dos tendencias: una sobre el control del acceso a
la información y sobre los contenidos, y otra centrada en la construcción de un
“universo simbólico monocultural”: un adoctrinamiento de falsa libertad en la Red.
El proceso de Dictanet implica análisis de
tendencias, desarrollo de los valores del capitalismo, y de anulación de la
movilización sociopolítica, y en cuanto a medida de control, podemos
relacionarlo con la personalización de contenidos mediante algoritmos que
recoge Pariser:
Los filtros personalizados pueden
perturbar de dos maneras importantes este equilibrio cognitivo entre el
fortalecimiento de nuestras ideas existentes y la adquisición de otras nuevas.
En primer lugar, el filtro burbuja nos cerca con ideas con las que ya estamos
familiarizados (y ya estamos de acuerdo), induciéndonos a un exceso de
confianza en nuestros esquemas mentales. En segundo lugar, elimina de nuestro
entorno algunos elementos clave que nos hacen querer aprender. (Pariser, 2017, p. 89).
El poder, como observamos, no está libre de concepciones
negativas, pero el hecho de que podamos examinar sus implicaciones a lo largo
de la vida implica un paso hacia el conocimiento y la realización personal, pues
conociendo los márgenes podremos operar dentro del círculo, y plantearnos
ampliarlo.
Todos los conceptos destacados pueden converger, desde una
perspectiva narrativa, en la Figura 1, donde Gértrudix
y Álvarez García (2014), muestran el empoderamiento como un camino o trayecto ascendente
que parte de la capacidad de decisión, pasa por la capacidad de acceso a la
información, luego a la existencia de opciones que elegir y a la capacidad de
conocer y comprender la información, para así desarrollar un juicio crítico,
que permite poder actuar, y que desemboca en poder efectuar cambios personales
y colectivos. Todo ello es aplicable al
empoderamiento que nos ocupa, y añadiremos, como paso previo al que exponen
estos autores, la consciencia de la capacidad para la acción, pues sin esa autoestima,
no será posible la autorrealización del poder, que en la Figura 1 ocuparía un
punto cero como elemento previo necesario para el resto del proceso.
Con todo lo dicho se relaciona la alfabetización digital,
que afecta a cada vez más facetas de la vida. Para Bernal-Meneses et al. (2019,
p. 2), la alfabetización digital es
[...] una necesidad para dotar a las
personas de las competencias exigidas en los nuevos entornos. Competencias que
posibilitan tanto el acceso técnico y crítico a la información, como la
creación de esta y, en consecuencia, la participación y capacidad de relación
necesarias en contextos sociales.
En este sentido, cabe citar el estudio de Saorín y Gómez-Hernández (2014), que exponen varias
herramientas ya consolidadas hoy en día con la idea de que se consuma no más,
sino mejor, de modo que el prosumidor comparta sus experiencias y éstas afecten
tanto a individuos, como a empresas. De esta manera, las empresas también
entran en el diálogo horizontal y de participación, generando sentido de
creación y utilidad (Marta-Lazo et al., 2019, p. 550), y a nuestro entender,
fomentando el empoderamiento digital.
Figura 1. Gértrudix y Álvarez García. (2014). Las fases
del empoderamiento. Imagen digital en Figshare.
2.2. Empoderamiento y narrativas digitales
Siendo el empoderamiento un proceso de capacidad y habilidad
de acción, es preciso posicionar la mirada, en el marco teórico restante, en el
contexto del estudio: las aplicaciones de Internet para componer una imagen de
lo que puede ofrecer. Las aplicaciones prácticas superan a las teóricas dada la
velocidad de desarrollo de funcionalidades para el prosumidor (Sánchez Carrero,
2012), pero ello no hace sino potenciar el interés del estudio. La web es una
fuente de oportunidades, responsabilidades, y derechos como el de la liberación
de los datos (Álvarez García et al., 2014), de lo que se desprende la necesidad
de formación digital (Gavilan et al., 2017, p. 63).
La socialización se realiza también en los entornos virtuales, algo observable
en el estudio de Gómez Hernández et al. (2017), que exponen cómo la Biblioteca
Regional de Murcia ayuda a los colectivos más vulnerables en la adquisición de
competencias digitales, convirtiendo este entorno y sus conexiones en un lugar de
socialización (p. 30). A continuación,
repasaremos brevemente algunos focos narrativos digitales con el fin de indagar
en estas narrativas a través de sus ítems más destacables.
2.2.1 Blogs y
periodismo digital
Gracias a Internet podemos dejar nuestra huella en el mundo,
o como afirman Phillippi y Avendaño (2011, pp. 67-68),
difundir nuestro punto de vista desencadenando un “empoderamiento
comunicacional” que implica “aprender a relatar el nuevo contexto social con
las tecnologías comunicacionales disponibles (nueva televisión y TIC) para que
ayude al sujeto a relatarse y relatarnos colectivamente.” Para Constante (2013,
p. 19), Internet 2.0 supone un cambio de estado para el usuario: ya no solo
consume, también crea contenidos. Soengas-Pérez y
Sixto-García comparten esta última afirmación y señalan cómo lo digital se ha
adueñado de los canales tradicionales:
Las radios, las televisiones y la prensa
escritase han visto obligados a habilitar espacios
paralelos de participación social donde las audiencias interactúan con los
contenidos informativos. La radio ya no solo se escucha, también se comenta e
incluso se ve en directo a través de transmisiones en redes sociales; la
televisión se difunde y almacena en canales de YouTube; las noticias de los
periódicos se propagan en Twitter y los líderes de opinión son ahora influencers que acaban marcando tendencias de consumo y
definiendo corrientes de pensamiento. Por estas razones, las audiencias ya no
se conciben solo desde el punto de vista de cuántos leen, ven o escuchan, sino
que, además, se suma la llamada audiencia social que consume y produce
contenidos en una segunda pantalla, en varias o en varias y a la vez. (Soengas-Pérez y Sixto-García, 2019, p. 100).
En Internet cualquiera tiene voz, pero ello no implica una
correcta información, pues como indica Tuñón (2017, pp. 43-44), debido a la
simplificación y mercantilización de la información, hay una minoría bien
informada sobre una mayoría escasamente informada. Esta simplificación bien puede
relacionarse con las fake news, que, entre otras
cosas, deben su éxito a que refuerzan prejuicios y opiniones (Amorós García,
2017, p. 83).
Según Gascueña (2008, pp. 678 y
ss.), los blogs tienen su origen en las páginas web que admitían comentarios y enlazaban
a otras páginas. Se actualizan manualmente, son páginas web sencillas,
compuestas por posts con fecha y hora (organizados por fechas), de longitud
variable, donde la interconexión de blogs y blogueros genera el término de
Blogosfera, comunidad que informa, comunica, denuncia, etc.
Para Tuñón (2017, p. 146), los blogueros representan el
“periodismo ciudadano” y suponen una fuente informativa esencial en todo tipo
de Estados. Los blogs suponen un pilar fundamental del periodismo digital (ciudadano),
que ha llegado a profesionalizarse (Colussi Ribeiro,
2014, p. 234), y que promueven la mirada ciudadana que los reporteros deben
construir sobre el periodismo (Renó y Ruiz, 2014, p.
65)
Además de la repercusión del periodismo en las redes
sociales, destacan también otras vertientes del periodismo digital, como el
periodismo de datos, que requiere implicaciones informáticas para abordar
ingentes cantidades de datos y otorgarles un sentido (Crucianelli,
2013), nuevas formas de difusión de la información (Casero-Ripollés, 2015), y
la necesidad de conocimientos de las leyes imperantes en el uso de datos
abiertos (Gertrudis Casado et al., 2016). Es más, Flores Vivar (2017, pp. 182-183)
subraya el reciclaje profesional del periodismo, pues saber programar es un
valor añadido para afrontar los retos informacionales actuales y futuros.
2.2.2 Redes sociales y otros ecos para el empoderamiento
Para Constante (2013, p. 10), las redes no suponen un fenómeno
nuevo en la manera de relacionarse. En red se transmiten los datos que
conforman la representación del mundo y las relaciones comunicacionales entre
personas y objetos (Llorens, 2017, p. 114), afectando, como medios sociales,
“tanto a la producción de información, y su distribución, como a la interacción
entre los individuos, generando nuevas formas de asocialidad tanto a nivel
individual como colectivo.” (de Aguilera y Casero-Ripollés, 2018, p. 4).
En las redes sociales el periodismo expande su actividad: el
tuit de un personaje da lugar a hechos noticiosos[9] y el periodismo digital encuentra otra vía en
las redes sociales, siendo un foco principal en la actividad de cualquier periodista
(Parra Gómez, 2017, p. 73), pero principalmente, las redes sociales suponen un
lugar de encuentro donde compartir momentos (García Galera, Fernández Muñoz, 2017,
p. 1), relaciones, diálogo, confianza (Pérez Michel, 2013, p. 53), longevidad
de relaciones (Ellison et Al., 2007, p. 1165), y movilizaciones para defender
derechos (Saura et Al., 2017). Las redes sociales suponen un foco de activismo
donde celebridades se unen a movimientos, como es el caso de Beyoncé con el
postfeminismo mediático (Fernández Hernández, 2017), donde existe el debate
sobre el machismo y el postmachismo (Etura Hernández et Al., 2017), e incluso, desgraciadamente,
donde existen noticias falsas y prosperan discursos de odio (de Aguilera y
Casero Ripollés, 2018, p. 11). En consecuencia, para bien y para mal, es preciso
actualizar conocimientos sobre la interacción con estas herramientas, conocer
las necesidades y preferencias para con las tecnologías, especialmente en lo
referido a los jóvenes. A este respecto cabe citar estudios como el de
Rodríguez García y Magdalena Benedito (2016) sobre la percepción de la
seguridad en las redes sociales, destacando la necesidad de que las instituciones
educativas y las familias se impliquen en la educación digital de los jóvenes
(p. 45), algo que también sostienen Gavilan et al.
(2017, p. 63) y Gértrudix-Barrio et al. (2017, p. 6).
Atendiendo a percepciones concretas sobre usos tecnológicos, Rubio-Romero y
Perlado Lamo de Espinosa (2016) inciden en Whatsapp
como herramienta comunicacional entre los jóvenes universitarios, llegando a
destacar esta herramienta como la mejor valorada en su estudio; Torrecillas Lacave et al. (2017, p. 103) subrayan la concienciación de los padres sobre los
peligros de Internet, por lo cual median entre sus hijos y las TIC; mientras
que Díaz-Bustamante-Ventisca y Llovet-Rodríguez (2017) abordan la cuestión de
la sexualización de las niñas en las redes sociales, que a su vez deriva en una
peor apreciación sobre ellas por parte de los adultos. Son los padres, dicen
las autoras, los principales responsables de esa sexualización infantil en las
redes (p. 85).
Una idea general importante es la necesidad de concienciación
en el uso de herramientas digitales. García García y
Gil Ruiz (2018), subrayan cómo el cuestionamiento de los contenidos de los youtubers puede ser, en términos de ética, beneficioso
tanto para ellos, como para sus seguidores. Solo mediante la consciencia podremos
progresar en el mundo virtual. Y es más, hay quien
propone que el propio sistema educativo se adapte a esta estructura online. Levis
(2017) señala la omnipresencia de las pantallas en todas las parcelas de la
vida, y en consecuencia, defiende la posibilidad de
extender el aula mediante las redes, de ahí que proponga la escuela tecnómada,
(…) basada en el uso intensivo y
extendido de pantallas y redes y en la asistencia libre no obligatoria y sin
regulaciones de horario a instituciones educativas (…). La escuela tecnómada permite imaginar la conformación de espacio y
tiempo educativos no regulados y personalizados, indistintamente presenciales y
no presenciales, de acuerdo con la disponibilidad y necesidad de cada
estudiante. (p. 136)
Pérez-Rodríguez et al. (2019, p. 134), subrayan la
importancia de lo narrativo en la educación actual orientada al mundo digital,
pues el alumnado debería aprender a producir conocimiento en lugar de a
reproducirlo. En esta línea podría incluirse el estudio de García García y Gil Ruiz (2018b), donde los enlaces hipertextuales
pueden utilizarse para producir relatos de todo tipo, como el que exponen sobre
la vida y obra de Goya.
En definitiva, las narrativas digitales ofrecen múltiples
perspectivas de la realidad. Internet y las redes sociales acaparan nuestra
atención directa o indirectamente, provocando hábitos también nocivos[10],
de manera que, para que no nos dominen, deberemos resistirnos mediante la
consciencia y el conocimiento, administrando y aplicando valores estables en un
marco inestable y fugaz, en palabras de Carr (2010,
p. 163), “de multitarea mental”. Estructurar ese aprendizaje comienza con la
observación de la sociedad y de los usos que da a las TIC, para así mejorar
procesos, aplicar eficientemente una ética digital, y evitar que la información
y la actualidad sean arenas movedizas. Mediante el empoderamiento digital,
conservaremos unos principios de convivencia extensibles al mundo online,
teniendo más probabilidades de resolver conflictos online, aunque resulten impersonales
(García García y Rosado Millán, 2014, p. 37).
Una vez relacionado el empoderamiento con la cotidianeidad
digital del ciudadano, este estudio se centrará en cómo éste percibe las
narrativas digitales en diversas parcelas de su vida, con el fin de obtener una
aproximación al uso que realizan de estas narrativas, y con ello, de su
empoderamiento.
3. Objetivos
4. Metodología
El primer objetivo general se trata mediante el desarrollo
del marco teórico planteado. El segundo general, y los específicos en que se
desglosa, lo abordamos mediante las siguientes acciones:
-En primer lugar, una encuesta realizada a una muestra de
100 personas, publicada en la página de Facebook del proyecto de investigación
ENECORES (Estrategias Narrativas del Empoderamiento Ciudadano a través del Open
Data y las Redes Sociales), habilitada para tal efecto. Además, los autores
propagaron el enlace a la misma a través de sus propias redes y dispositivos
digitales, dando lugar a una muestra intencionada, pero no controlada dado que
los usuarios podían extender el enlace a otros contactos. El campo se realizó
entre el 9 de febrero y el 14 de marzo de 2018. Se trataba de un mes que consideramos
no estaba sujeto a ninguna determinación o influencia especial, y que en ese sentido
podía representar la normalidad de cualquier otro lapso temporal.
Las preguntas se englobaron en varios bloques: 1) General,
donde se incluyen enunciados referentes a la autonomía y la participación
social mediante los entornos digitales. Cada enunciado está sujeto a escalas de
tipo Likert; la mayoría buscan el grado de conformidad con el enunciado, y
otros, el de frecuencia. 2) Los bloques restantes, dedicados a mundo laboral
(conseguir trabajo, reciclaje profesional, impacto en la jornada laboral, en la
reputación de la empresa…), educación (impacto en los jóvenes, la preparación
de éstos comparada con sus mayores, concienciación del uso de internet y redes…),
consumo informativo (uso de medios digitales, participación ciudadana, banalidad…)
y de ocio y entretenimiento (posibilidades transmedia, derechos del consumidor,
influencers…) respondieron en cada caso al modelo de
selección múltiple: el encuestado debía elegir los 3 enunciados con los que más
de acuerdo se sintiera de un total de 5 en cada caso. Aparte de ello, se
incluyeron cuestiones referentes a edad, sexo y nivel de estudios porque
muestran factores sociales y demográficos, indicadores necesarios para
profundizar en temas sociales.
-En segundo lugar, partiendo de los resultados generales de
la encuesta se diseñó otra que fue enviada a 12 expertos, teniendo lugar este
campo entre el 28 de marzo y el 4 de abril de 2018. En el ámbito general, se realizaron
preguntas derivadas de los resultados de la encuesta a usuarios, utilizando también
varios de los enunciados referidos a la autonomía y la participación digital.
Atendiendo a los bloques relacionados con los ámbitos laboral, educativo,
informativo, y de ocio y entretenimiento, se utilizaron las 3 opciones más escogidas
de la muestra de usuarios. En todos los casos de este segundo cuestionario el
modelo de respuesta fue tipo Likert con escala de conformidad.
Para ambos cuestionarios se utilizó la
plataforma informática de la Fundación para la Investigación Social avanzada
(iS+D), dadas las ventajas operativas que ofrecía de cara a la recolección y
organización de los resultados.
5. Resultados
5.1. Encuesta general de usuarios
La muestra desglosada se corresponde con las 100 personas
que respondieron a todos los apartados del cuestionario: 49 hombres, y 51
mujeres. Los rangos de edad participantes resultaron: 16-25 años (12%), 26-35
años (34%), 36-50 años (39%), y más de 50 años (15%). En la Tabla 1 se
clasifican hombres y mujeres por edad. En ambos casos, hay una participación
mayor en los rangos de 26 a 50 años:
Tabla
1. Clasificación de la muestra por sexo y edad. Fuente:
Elaboración propia a partir de los datos obtenidos por la Plataforma de encuestas
de la Fundación Is+d
En lo referente al nivel de estudios de la muestra, 86 poseen
estudios universitarios, 9 han realizado Formación Profesional, y 5 tienen
estudios secundarios.
5.1.1. Actividad general en Internet
A la pregunta ¿cuántas horas diarias dedica a Internet y/o
redes sociales al día?, el 13 % de la muestra dedica “más de 7 horas”; el 24%
“entre 5-7 horas”; el 26% “entre 3-5 horas”; el 31% “entre 1-3 horas”; y el 6%
“menos de una hora”. En la Tabla 1 se desglosan los rangos de edad atendiendo a
las horas dedicadas a Internet. Destaca el rango 1 como el menos cuantioso (12 personas),
pero reparte de manera igualitaria las horas dedicadas (25%), con la ausencia
de la categoría “menos de 1 hora”, que también desaparece en el rango 2, donde
predomina la categoría “3-5 horas” (35,29%). La muestra más abundante se da en
el rango 3 (39% del total), donde las categorías de “5-7 horas y “1-3 horas”
(ambas 33,33%) son las más altas en participación (de ese rango y del estudio)
con un 33,33 %. En el rango 4 la categoría con mayor presencia de esa parte de la
muestra es “1-3 horas” (6 personas, 40%), seguida de la categoría “menos de una
hora”, con 4 personas (26,66%), por lo que el rango de edad donde hay más
personas que dicen consumir lo mínimo expuesto es el de mayores de 50 años.
Tabla 2: Horas dedicadas a Internet y/o RRSS
organizadas por rangos de edad. Fuente: Elaboración propia a partir de los
datos obtenidos por la Plataforma de encuestas de la Fundación Is+d.
Atendiendo al consumo por sexos (Tabla 3), en los hombres
las categorías más marcadas son “entre 1-3 horas” y ·entre 5-7 horas”, ambas en
un 28,57%. Las mujeres presentan las mismas categorías mayoritarias: “entre 1-3
horas” (33,33%), seguida de “entre 3-5 horas” (25,49%). En ambos casos la
categoría menos elegida es “menos de 1 hora”, si bien son más mujeres las que
la marcan: 9,8% frente al 2,04% de los hombres. En general, el consumo es
similar en ambos casos.
El consumo de horas según el nivel de estudios aparece en la
Tabla 4, destacando aquellos/as que poseen estudios universitarios (86), cuyas
categorías más cuantiosas son “1-3 horas” (25 personas, 29,06%), y “3-5 horas”
(24 personas, 27,90%). En el caso de quienes poseen Formación Profesional (9
personas), no hay nadie que consuma “menos de 1 hora”, mientras que en quienes
poseen estudios de secundaria (5 personas), nadie consume “más de 7 horas”.
Tabla 4: Horas
dedicadas a Internet y/o RRSS según el nivel de estudios. Fuente:
Elaboración propia a partir de los datos obtenidos por la Plataforma de
encuestas de la Fundación Is+d
Centrándonos en hombres y mujeres con estudios
universitarios (40 y 46 respectivamente, Tabla 5), no hay apenas diferencia
entre ambos sexos, puesto que las categorías más repetidas en ambos son “entre
1-3 horas” y “entre 3-5 horas”, si bien hay más mujeres que consumen “menos de
una hora” (8,69%) que hombres (2,5%):
Tabla 5: Horas
dedicadas a Internet y/o RRSS según el nivel de estudios. Fuente:
Elaboración propia a partir de los datos obtenidos por la Plataforma de
encuestas de la Fundación Is+d
Los resultados más importantes de la pregunta “¿podría
indicar a continuación su grado de conformidad con el enunciado en cada caso?”
que aluden a la actividad general en internet aparecen reflejados en la Tabla 6.
A nivel global se observa en todos los casos una mayoría
dada al acuerdo con el enunciado, al sumar, en cada caso, las categorías “Totalmente
de acuerdo” y “De acuerdo” porcentajes por encima del 50%. Teniendo en cuenta
el porcentaje en cada caso de la categoría “Ni de acuerdo ni en desacuerdo”,
deja un margen visiblemente menor a la suma de las categorías “En desacuerdo” y
“Totalmente en desacuerdo”. La pregunta 6 de la tabla, medida en escala de
frecuencia, presenta una mayoría que consume contenidos de forma asidua.
Atendiendo a hombres y mujeres, no interpretamos diferencias
destacables en cuanto al grado de acuerdo excepto en las cuestiones 4 y 7. En
la primera, no hay mayoría clara de acuerdo en el caso de los hombres, a pesar
de que los porcentajes en ese sentido superen a los apartados de desacuerdo. De
hecho, profundizando más en los hombres en este enunciado, si observamos aquellos
comprendidos entre 26-35 años (13 participantes), muestran el mismo grado de de acuerdo que de desacuerdo (46,15%), mientras que en los
comprendidos entre 36-50 años (24 participantes) el acuerdo es mayoritario
(54,16%), destacando en todo caso el 37,50% “ni de acuerdo ni en desacuerdo”.
En la 7, son las mujeres quienes no expresan mayoría clara en el acuerdo;
aunque éste supera ampliamente al desacuerdo, destaca el alto porcentaje de
respuesta neutra (33,33%). Profundizando en este caso y atendiendo a las categorías
de edad mayoritarias, entre las mujeres de 26-35 años (21 participantes) el
acuerdo (52,35%) es evidente sobre el desacuerdo (23,80%). Es en el caso de las
mujeres entre 36-50 años (15 participantes) donde pesa más “ni de acuerdo ni en
desacuerdo” con un 60%.
Tabla 6: Resultados del apartado 2 de la
encuesta: cuestiones tratadas y resultados en porcentajes.
Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos por la Plataforma de
encuestas de la Fundación Is+d.
A nivel global, las mayorías dadas al acuerdo comparadas
entre ambos sexos, aun con diferencias, no dejan lugar a dudas respecto al
acuerdo, si bien en el caso de los hombres el nivel de acuerdo es mayor en los
enunciados 1 (76,34% respecto al 60,77% en mujeres), 2 (79,59% frente al 68,62%
en mujeres), y 5 (65,29% en contraste con el 62,74% en mujeres). En el caso del
enunciado 3 son las mujeres las que superan a los hombres en el grado de acuerdo
(92,15% frente al 83,67%)
5.1.3 Percepción de los usuarios en los ámbitos profesional,
educativo, informativo, y de ocio y entretenimiento
En estas cuatro secciones, el encuestado debía elegir tres
enunciados que considerase los más importantes en cada caso, que vienen aquí
presentados en la Tabla 7.
El enunciado más seleccionado pertenece al apartado 6
(Ocio): “Internet y las redes sociales suponen una vía de posible desarrollo
de contenidos de ficción. Por ejemplo, series de televisión que desarrollan
tramas y/o personajes a través de redes y/o plataformas” (seleccionada 92
veces). A ésta le siguen, por encima de las 80 selecciones:
-Del apartado 3 (entorno laboral): “Es posible encontrar
trabajo a través de Internet y las redes sociales” (elegida 81 veces); y “Las
redes sociales facilitan el acceso a herramientas de perfeccionamiento o reciclaje
profesional (por ejemplo, cursos, seminarios, talleres, etc.)” (83 veces
escogida)
-Del apartado 4 (educación): “La educación en Internet y
redes sociales debe ser llevada a cabo de manera complementaria en los ámbitos
educativo y familiar” (señalada 85 veces)
-Del apartado 5 (Información y actualidad): “Es más
práctico informarse por canales digitales que por canales tradicionales (televisión,
radio, prensa escrita)” (elegida 81 veces)
-Además de la anteriormente señalada del apartado 6 (ocio):
“Participar en Internet y las redes sociales es ya de por sí una vía importante
de ocio y entretenimiento (82 veces escogida). Por último,
el enunciado con menor número de
selecciones en esta parte del estudio está en el apartado 4 (educación): “Internet
y las redes sociales distraen a los jóvenes de sus obligaciones” (elegida
58 veces).
Atendiendo a sexos, en todos los casos hombres y mujeres comparten
los tres enunciados más seleccionados, a excepción del cuarto bloque, donde la
tercera más escogida no era “Internet y las redes sociales distraen a los
jóvenes de sus obligaciones”, sino “Internet y las redes sociales
favorecen el aprendizaje en todos los niveles de la educación”, con 29
votos, tan solo uno de diferencia con respecto al anterior.
A continuación, en la Tabla 8 se recogen los enunciados
menos valorados por cada apartado:
En todos los enunciados hombres y mujeres seleccionaron
opciones de manera muy pareja, con muy pocas diferencias. No obstante, hay 3
casos en los que la diferencia entre un sexo y otro es destacable: “Los
discursos presentes en Internet y las redes sociales tienen una influencia
decisiva en la imagen y la reputación de las empresas”, habiendo sido señalada
por 8 mujeres más; “Es más práctico informarse por canales digitales que por
canales tradicionales (televisión, radio, prensa escrita)”, votada
por 11 mujeres más respecto a los hombres; y en “Internet y las redes
sociales suponen una vía de posible desarrollo de contenidos de ficción. Por
ejemplo, series de televisión que desarrollan tramas y/o personajes a través de
redes y/o plataformas”, donde la diferencia vuelve a ser 8 mujeres más que
en el caso de los hombres.
En el apartado 5 (información y actualidad) se observa que
el enunciado “Ante un hecho concreto (por ejemplo una catástrofe natural, o
un acto terrorista) las informaciones de usuarios en las redes sociales se
presuponen más veraces que las proporcionadas por los medios digitales o no
digitales en las mismas redes” (57 veces) es el más veces seleccionado aun
habiendo quedado fuera de los más valorados, estando, además acompañado del enunciado menos
valorado por la muestra: “Los
periódicos nacidos en formato digital son más veraces e imparciales que los
tradicionales que se han adaptado al formato” (19 veces). Sorprende, además,
que el enunciado “Los denominados influencers…”
no esté entre las más valoradas teniendo en cuenta el impacto actual de éstos
en las redes.
Atendiendo a sexos, no encontramos gran diferencia entre el
número de selecciones, resultando equilibradas en todos los casos excepto en el
enunciado “Internet y las redes sociales prolongan el tiempo dedicado a
tareas laborales”, que tuvo el doble de votos en el caso de los hombres.
5.2. Resultados del cuestionario online a
expertos y expertas
Teniendo en cuenta los resultados de la encuesta anterior,
el cuestionario a expertos contuvo los mismos bloques, si bien contenían
distintas preguntas: en el apartado de actividad general en internet, se modificaron
preguntas para adaptarlas a los resultados generales de la encuesta, y en el resto
de los bloques (laboral, educación, informativo y ocio) se les planteó que
indicaran el grado de conformidad a los 3 enunciados más valorados de la
encuesta previa.
El perfil profesional de los expertos y expertas (6 en cada
caso) es el siguiente, tal y como indicaron:
5.2.1.
Aspectos
de edad y estudios
Preguntas genéricas sobre resultados anteriores: a la
pregunta Los usuarios que más utilizan Internet y/o redes sociales son los
comprendidos entre los 36 y 50 años: prevalece el desacuerdo, al sumar un
41% las opciones “En desacuerdo” (33%) y “Totalmente en desacuerdo” (8%) frente
al 34% de acuerdo (25% “Totalmente de acuerdo” y 8% “De acuerdo”). El 25%
restante marcó “Ni de acuerdo ni en desacuerdo”.
A la pregunta Las personas con estudios universitarios
son quienes más usan Internet y las redes sociales, la tendencia es hacia
el desacuerdo: “En desacuerdo” (42%) y “Totalmente en desacuerdo” (8%) suman un
50%, mientras que “De acuerdo” se corresponde con un 17%, y la opción “Ni de
acuerdo ni en desacuerdo”, un 33%. Ambas
preguntas distan de los resultados de la primera encuesta.
5.2.2. Actividad general en Internet
En la Tabla 10 se recogen los resultados de las preguntas de
este apartado. Se aprecia en las respuestas el predominio general hacia el
acuerdo con el enunciado, siendo rotundo en los casos de
“El uso de Internet y las redes
sociales favorecen la participación en reivindicaciones sociales y/o la
denuncia de injusticias (por ejemplo, el uso Change.org, o la denuncia de
injusticias de cualquier naturaleza)”, y en “Cada vez se consumen
más contenidos de ficción mediante plataformas digitales”, ambos con un
100% dado al acuerdo. Le siguen “Internet y las redes sociales
facilitan la autonomía y la toma de decisiones del ciudadano en los aspectos
cotidianos del día a día…” con un 92% de acuerdo, y “Las redes
sociales son en la actualidad una forma de comunicación fundamental entre seres
humanos” con un 67%. En los enunciados restantes observamos una tendencia clara
hacia el acuerdo: ambos alcanzan el 50% dado al acuerdo, y no les sobrepasan
las demás opciones.
Hay, por tanto, acuerdo generalizado en este bloque, que a
su vez implica consonancia con la muestra de la primera encuesta. En
comparación con los resultados globales de la Tabla 6, los enunciados 1 y 4 de
la Tabla 11 no son tan contundentes en el acuerdo, si bien hay tendencia clara
hacia él. Lo mismo ocurre con el enunciado 6 de ambas tablas: los usuarios
muestran una frecuencia amplia en su mayoría, y los expertos subrayan esa
tendencia. Los enunciados señalados en el párrafo anterior son los más claros:
por un lado, las plataformas digitales son útiles para reivindicaciones sociales,
y por otro, suponen herramientas claras de entretenimiento.
5.2.3 Percepción de los expertos en los ámbitos profesional,
educativo, informativo, y de ocio y entretenimiento.
Los tres enunciados más valorados de cada ámbito en la encuesta
de usuarios se sometieron aquí a una escala de conformidad. En la Tabla 11 se
observan los resultados de cada enunciado:
Se observa en general una tendencia clara hacia el acuerdo,
destacando dos enunciados con un 100% de acuerdo, que son “Es posible
encontrar trabajo a través de Internet y las redes sociales” (ámbito
profesional), e “Internet y las redes sociales suponen una vía de
posible desarrollo de contenidos de ficción. Por ejemplo, series de
televisión que desarrollan tramas y/o personajes a través de redes y/o
plataformas” (apartado de ocio y entretenimiento)
Los enunciados restantes del ámbito laboral ofrecen una mayoría
clara al acuerdo: “Las redes sociales facilitan el acceso a herramientas de
perfeccionamiento o reciclaje profesional (por ejemplo, cursos, seminarios,
talleres, etc.)” y “Los discursos presentes en Internet y las redes
sociales tienen una influencia decisiva en la imagen y la reputación de las
empresas” (92% en ambos casos). En el apartado educativo, dos enunciados
no poseen mayoría, si bien muestran una tendencia al acuerdo. Son
“Internet y las redes sociales distraen
a los jóvenes de sus obligaciones” y “Los jóvenes tienen mayor predisposición
a la adquisición de competencias en el manejo de Internet y las redes sociales que
sus profesores y progenitores”. En ambos el acuerdo compone un 50%, y
el desacuerdo queda en un 8%. Llama la atención en ambos casos la cuantiosa
presencia de “Ni de acuerdo ni en desacuerdo” (42%). Contrastan con la mayoría clara de acuerdo (85%)
de “La educación en Internet y redes sociales debe ser llevada a cabo de manera
complementaria en los ámbitos educativo y familiar”.
El apartado informativo ofrece dos enunciados con mayoría
dada al acuerdo (ambos 75%): “Es más práctico informarse por canales
digitales que por canales tradicionales (televisión, radio, prensa
escrita)” y “Las conclusiones a las que llegan (o los juicios que
formulan) los usuarios de Internet sobre la actualidad informativa se basan
mayoritariamente en comentarios superficiales o impulsivos, banalizándose la
información”. Pero el restante no ofrece mayoría al acuerdo y sí tendencia
(50%):
“Los blogs ofrecen una perspectiva más
profunda sobre determinados temas sociales”.
Por último, en el apartado de ocio y entretenimiento, al enunciado
ya descrito se une otro con mayoría clara de acuerdo (92%): “Participar en
Internet y las redes sociales es ya de por sí una vía importante de ocio y
entretenimiento", que contrasta con el más problemático de todos, que no
presenta ni mayoría ni tendencia clara: “Mediante Internet y las redes
sociales, el consumidor tiene mayor control de sus derechos gracias a su
interacción directa con las marcas, empresas e instituciones”.
En este caso, el porcentaje de acuerdo,
de desacuerdo y de neutralidad es el mismo en cada caso (33%). En este caso, la
percepción es abierta, al no decantarse la muestra por una opción clara.
Sin embargo, cabe destacar que la respuesta “Totalmente en
desacuerdo” no fue escogida por los participantes en ninguno de los enunciados
6. Conclusiones
Los
objetivos planteados se han alcanzado: el primer objetivo general, mediante las
aportaciones en el marco teórico; y el segundo, con los específicos que
implica, mediante la parte empírica del estudio. Se consolida un “retrato” del
ciudadano digital actual mediante las encuestas realizadas, observando, a nivel
global, una comparación entre usuarios y expertos que a nivel general coinciden
en los planteamientos expuestos.
La
encuesta a usuarios, de hecho, no muestra grandes diferencias entre la
percepción de hombres y mujeres, salvo en el caso de “Internet y las redes
sociales favorecen el aprendizaje en todos los niveles de la educación”, una de
las opciones más valoradas por las mujeres y que no entró entre las 3 más valorados
de ese bloque.
Teniendo
en cuenta que la encuesta a expertos evalúa la postura de los usuarios,
abordaremos el “retrato” del ciudadano digital desde esos resultados:
Atendiendo
a la actividad general en internet, el ciudadano todavía se debate entre
informarse por medios digitales o por tradicionales, aunque la tendencia más
clara es hacia la primera opción. Conciben las redes sociales como medio para
comunicarse con los demás, y es tajante en cuanto a su participación en los
entornos digitales para mejorar el mundo. No queda claro si concibe una
diferencia en la percepción de la realidad en función de su sexo, pero la
tendencia predominante apunta a que sí, pero se considera más autónomo gracias
a las posibilidades que los entornos digitales le permiten en su actividad cotidiana,
siendo tajante, por otro lado, en el consumo de ficción mediante plataformas
digitales (ver tabla 10).
En
relación con el resto de los bloques es contundente el acuerdo en cuanto al
ámbito laboral, pues este ciudadano considera a través de internet puede
encontrar trabajo utilizando, reciclarse y formarse, e influir en la reputación
de las empresas. El acuerdo entre ambas muestras así lo demuestra. En lo referente
a cuestiones de educación, se valora seriamente el hecho de que internet y redes
sociales distraen a los estudiantes, si bien las cifras no se consideran aquí
concluyentes, como ocurre también al considerar que los jóvenes son más
predispuestos a la adquisición de competencias que sus mayores. En cambio, hay acuerdo
generalizado en la pertinencia educativa en los ámbitos tanto educativo, como
familiar.
Centrándonos
en la actividad informativa, el ciudadano considera más práctico acudir a los
canales digitales (hecho que reafirma la tendencia al acuerdo del primer enunciado
de la Tabla 10), si bien también es consciente de la banalidad presente en
estos medios. En cambio, no es tan contundente en cuanto a la profundidad de
los blogs, si bien la tendencia es favorable al acuerdo.
Con
respecto al ocio, este ciudadano se entretiene utilizando internet y redes
sociales, y considera que estos medios propician las narrativas transmedia. En cambio, duda sobre la prevalencia de sus
derechos en estos medios, siendo el único tema sin una tendencia clara. Ello no
es extraño; la seguridad en internet es actualmente un tema de preocupación,
como bien es señalado a lo largo del Informe Sociedad Digital en España 2018 (2019),
que llega a incidir en la necesidad de una ética de datos (p. 319).
La percepción global permite observar
cómo los medios digitales, junto con sus narraciones, afectan a gran parte de
las aristas de la vida del ciudadano, conformando, cómo no, las historias de su
vida. Internet y las redes sociales, con sus muros, sus historiales, sus
plataformas almacenadoras de gustos (o “me gusta”), las posibilidades de
aprendizaje que proponen, etc… ofrecen formas de acumular y contar historias,
las de los usuarios, con las ventajas y los riesgos que ello implica,
escribiéndose en palabras, números, bits, Gigabytes… es decir, en datos. El ciudadano
aquí retratado aparece empoderado en la medida en que es consciente de sus
habilidades y acciones, pero el empoderamiento, como proceso permanente que es,
exige una frecuente actualización ligada al desarrollo tecnológico. El ciudadano
deberá atender a ello, o estancarse en un presente que rápidamente se convierte
en pasado.
7. Discusión y propuesta de futuras líneas de
investigación
Describir
un prototipo de ciudadano digital es harto complejo y siempre impreciso, más en
estos tiempos donde reina el individualismo, como ya tratara Lipovetski (2017). No obstante, aproximarse al menos a la
sombra de la colectividad social actual es beneficioso para acceder a cómo ésta
es consciente de sí misma y del grado de importancia de sus acciones en el
terreno virtual, terreno, en nuestra opinión, cada vez más “palpable”, más
real. Pero este terreno no está exento de peligros; como dice Carr (en G. García, 2019), las redes sociales nos polarizan,
manipulan y banalizan. La siguiente cita es contundente a tal efecto: “Hay evidencias
científicas que demuestran que los medios digitales nos empujan hacia un
pensamiento superficial y lejos del rigor. Y todo es mucho peor desde que
llevamos encima un smartphone[11]
todo el tiempo.” Esta perspectiva no puede sino aumentar la necesidad de
autoconocimiento tecnológico, línea de investigación que consideramos capital.
Aunque
el marco teórico no puede albergar por extensión todas las temáticas recogidas
en los enunciados de las encuestas, sí podemos ver reafirmadas las ideas ahí tratadas
sobre la actualidad informativa, los blogs, las redes sociales o las
necesidades educativas. Consideramos que se reafirma el empoderamiento como
proceso activo de cambio a través de nuestras acciones. Los resultados y
conclusiones no pueden resultar categóricos “para siempre”, sino que están
sujetos a los cambios e incluso a la confusión, ya que el empoderamiento, en lo
digital, puede ser manipulación disfrazada mediante algoritmos y falsedades,
como ha quedado recogido en el marco teórico (por ejemplo, las fake news, o los filtros algorítmicos).
Los
problemas a los que se ha enfrentado esta investigación han sido en gran medida
relacionados con la metodología aplicada. A pesar de contar con una plataforma
para administrar convenientemente las encuestas, y otras tantas de difusión de las mismas (Facebook, LinkedIn, Whatsapp),
consideramos positivo alcanzar a más encuestados en futuros estudios, aunque la
muestra siga sin poder considerarse representativa alcanzando, por ejemplo, a
200 personas más. Por último, las variables de edad y estudios no resultaron
determinantes dado el tamaño de la muestra, de modo que no sirvió para determinar
tendencias sólidas en cada caso.
Se propone seguir investigando en la
función empoderadora de las narrativas digitales, especialmente,
en el ámbito de las redes sociales, por su importancia cotidiana y por sus
capacidades informativas y desinformativas. Dentro de esa línea, se plantea la
necesidad de estudiar cómo el usuario puede identificar la información
auténtica de la falsa. En el ámbito de lo educativo y cultural, se propone
investigar el empoderamiento ciudadano a través del relato histórico en plataformas
de índole cooperativa, como Wikipedia. Finalmente, otra posible línea es cómo
el ciudadano se empodera culturalmente a través de los contenidos de ficción
que consume a través de plataformas digitales.
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Agradecimiento: Los autores agradecen a D. Antonio Rodríguez Rosado su
ayuda con respecto a la plataforma de encuestas de la Fundación Is+D
BIOS
Francisco José Gil Ruiz es doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de
Madrid. Colaborador honorífico del Departamento de Teorías y Análisis de la Comunicación
de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de
Madrid.
María Jesús Rosado Millán es doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de
Madrid. Licenciada en Sociología. Presidenta de la Fundación para la
Investigación Social Avanzada.
[1] Artículo incluido en el Proyecto ENECORES (Estrategias
Narrativas del Empoderamiento Ciudadano a través del Open Data y las Redes Sociales),
cofinanciado en un 91,87% por el Fondo Social Europeo dentro del Programa
Operativo de Empleo Juvenil 2014-2020), y de la Iniciativa de Empleo Juvenil
(YEI). Referencia PEJD-2016/SOC-3063.
[2] A este respecto conviene también atender al estudio de Cáceres
Zapatero, Brändle
y Ruiz San-Román (2016).
[3] Disponible en http://www.eumed.net/cursecon/dic/oc/empoderamiento.htm
[4] Alude en esta definición probabilística a Dahl (1957).
[5] A este respecto el autor recomienda acudir a Hardt y Negri. (2002, pp. 451, 39
y ss.)
[6] Página web. Sin paginado.
[7] Documento no paginado.
[8] Documento no paginado.
[9] Podemos ver esto en el caso de celebridades de todo tipo.
[10] A este respecto, destaca el artículo de El Mundo: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/01/10/5a54e966e2704e7c6a8b4597.html
[11] Negrita de la fuente original.