CAMBIOS EN LA
ESTRUCTURA NARRATIVA DE LAS SERIES DE NETFLIX. EL CASO DE MINDHUNTER
STRUCTURAL CHANGES IN
NETFLIX’S SERIES. THE MINDHUNTER CASE
Adrià Naranjo Barnet
Laura Fernández-Ramírez
Universidad de la Rioja. UNIR
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Recibido: 22 11 2019
Aceptado: 17 03 2020
Publicado: 10 06 2020
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Cómo citar este artículo
Naranjo, A., Fernández-Ramírez, L. (2020). Cambios
en la estructura narrativa de las series de Netflix. El caso de Mindhunter.
ASRI. Arte y Sociedad. Revista de Investigación en
Arte y Humanidades Digitales. (18), 147-164
Recuperado de
https://www.revistaasri.com
Resumen
Este artículo
aborda el impacto del estreno simultáneo de Netflix en la estructura narrativa
de Mindhunter (2017-Hoy). El análisis de su primera
temporada muestra que adopta un modelo estructural libre de la fórmula del
formato procedimental, y que se concibe la temporada como un largometraje que
gira entorno al desarrollo de un personaje complejo. El estreno íntegro,
además, hace que el cliffhanger o las tramas
episódicas pierdan protagonismo.
Palabras clave: Estructura,
narrativa, Netflix, series, Mindhunter.
Abstract
This paper
examines the impact of Netflix simultaneous release on the narrative structure of
Mindhunter (2017- Today). The analysis of its first season shows that it adopts
a structural model unconstrained by the procedural format formula, and that the
season is conceived as a feature film that develops a complex main character.
Simultaneous release impacts in cliffhangers and
episodic plots too, as they become less prominent.
Keywords: Structure,
narrative, Netflix, series, Mindhunter
Introducción
El estreno simultáneo de toda la
temporada de una serie en un mismo día pretende incentivar un nuevo modo de
consumo, el binge-watching: visionar de forma
continuada e intensiva una serie. Esta estrategia empleada en las plataformas digitales
por streaming supone “un cambio drástico en la
distribución televisiva: estrenar trece episodios a simultáneo […] invita, o
incluso reta, a los espectadores a introducirse en el mundo narrativo y a que
la historia tome el control de su realidad momentáneamente” (McDonald y
Smith-Rosey, 2016, p.101). Ted Sarandos, director de
contenido de Netflix, ensalzaba en 2014 las posibilidades narrativas de los
creadores de las series originales de la plataforma por streaming.
Verdaderamente la historia tiene mucho
más peso, es más rica […] Tras años con determinados personajes, se convierten
en visitantes habituales de nuestras salas de estar, son como amigos con los
que quedamos todas las semanas. El binge- watching intensifica ese disfrute y alienta el engagement haciendo a esos personajes más presentes
en nuestra vida.
Así, una característica propia de las
series originales de Netflix es la atención al conflicto interno del personaje
como modo de fidelización (Sukalla, Bilandzic, Bolls y Busselle, 2016, p.177). La representación de cada una “de
estas experiencias de transformación marca un punto de inflexión en la trama de
un episodio, estimula la participación e identificación de la audiencia y añade
dimensiones al carácter [...] y funcionan como el clímax dramático del
episodio” (O’Meara, 2015, p.194).
Por
supuesto la pérdida del estreno semanal y la apuesta
por un consumo intensivo tiene también consecuencias estructurales, llevando a
sus series a eliminar los resúmenes de capítulos y los cliffhangers
finales de episodio, pues ya no hace falta sembrar la expectación del espectador
con vistas a garantizar su fidelidad semanal (Sarandos,
2014). El nuevo modo de distribución supone así “la alteración de los formatos
canónicos y las convenciones de la narrativa televisiva” (McDonald y
Smith-Rosey, 2016, p.102). Así, esta investigación tiene como objetivo enumerar
algunas de las consecuencias que ha tenido esto en la estructura narrativa de
las series de Netflix.
Los formatos de ficción televisiva
canónicos quedaron delimitados por una serie de “características que se han
mantenido prácticamente inmutables, como el sentido periódico fijo en la
emisión, las franjas horarias de prime time o las fórmulas dentro de la
estructura narrativa” (Gordillo, 2009, p.103). Estas fórmulas quedaron marcadas
por el sistema de financiación de las networks
estadounidenses, en donde las interrupciones publicitarias fragmentan sus
series en distinto número de actos. Así, las
breves de 25 minutos (con la sitcom como máximo
exponente) “se dividen en dos partes de 12 minutos separadas
por la publicidad” (Grandío y Diego, 2009, p.86). Las series más largas, de
45 o 50 minutos, se fragmentan en cuatro o cinco actos separados por pausas publicitarias (Douglas, 2011). El sistema de
ingresos de las networks también determinó un
mayor número de puntos de giro y clímax que en el cine. Para minimizar el riesgo de
perder la atención del espectador durante los cortes publicitarios y garantizar
su fidelidad semanal, cada acto finaliza con una situación de máxima tensión
que se resuelve con el inicio del siguiente (Duncan, 2014) y el episodio se cierra
también con un cliffhanger que favorece el momentum, “la dinámica narrativa que relaciona un
episodio serial y el siguiente” (O’Sullivan, 2019,
p.55).
La homogeneidad formal de las primeras
décadas de la televisión comenzó a saltar por los aires con el aumento de la
competencia y el auge de las cadenas de televisión por cable. Con la llegada de
las nuevas plataformas y la popularización del Video on
Demand (VOD), la industria sufrió un cambio
equivalente a “la incorporación de la tecnología sonora a finales de 1920 o la
popularización de la televisión en los 50” (McDonald y Smith-Rosey, 2016, p.3).
La búsqueda de “una audiencia específica que permita dar personalidad a la
marca” (De la Torre, 2016, p.419) y la necesidad de satisfacer a un público “cuyo
nivel de exigencia es proporcional a su inversión económica en el canal”
(Cascajosa, 2009, p.16) supusieron abogar por la innovación y la diferenciación
artística de sus series. La Tercera Edad de Oro se caracteriza así por “una
complejidad narrativa que no se hace de un modo uniforme ni se adopta como
convención general tal y como lo fueron los modelos episódicos o seriales
anteriores (de hecho, su característica más definitoria puede ser su heterodoxia)”
(Mittel, 2006, p.30). Se imponen los modelos mixtos en
los que las estructuras autoconclusivas y las
seriadas se mezclan de una forma más libre y que, a su vez, resultan más
complejas de analizar (Mittel, 2006). El barroquismo
estilístico conlleva que se haya “ido abandonando la estructura serial pura
tanto como la episódica y ya no son características de un género concreto
diferenciado de otro por esta característica” (Guarinos
y Gordillo, 2011, p.373).
La búsqueda del engagement
del espectador a través de la intensa actividad de Netflix en redes sociales
(Fernández-Gómez y Martín-Quevedo, 2018), y su sistema de estreno que ofrece
todos los episodios de una serie a simultáneo, disponibles a cualquier hora y
en cualquier lugar del mundo, “han propiciado una nueva cultura de consumo y de
relación con los contenidos audiovisuales” (Arrojo y Martín, 2019, p.5). Como
nuevos actores en el panorama televisivo, las producciones de plataformas como
Netflix abogan por dar una vuelta de tuerca más a las innovaciones ofertadas
por sus predecesores. De nuevo, un planteamiento artístico y rompedor, que
busca aproximarse a recursos propios del largometraje, parece clave en sus
series. Beau Willimon,
creador de la primera producción de Netflix House of Cards
(2013-2018), destacaba la libertad creativa que supone escapar a los imperativos
comerciales de las networks.
En muchos proyectos tienes que
participar en el juego de los ratings. Incluso las mejores series tienen que
incluir cliffhangers artificiosos para lograr
que los espectadores vuelvan a la emisión: están luchando por su supervivencia
[…] Aquí no tenemos que preocuparnos por eso […] esto implica una narración con
mayor número de tramas, mayor sofisticación narrativa. Nuestro deseo es que el
público quiera ver inmediatamente el siguiente episodio, pero no por el recurso
a un cliffhanger artificioso, sino porque
están absolutamente cautivados por una historia y unos personajes complejos
(Matisse, 2013).
Este artículo enumera algunas de las
estrategias rompedoras empleadas en las estructuras narrativas de las series de
Netflix. Para ello atiende al análisis de la estructura capitular y de
temporada de Mindhunter (2017-Hoy). La elección se debe a la
voluntad expresa de su director de romper con lo establecido. David Fincher, nominado al premio Óscar en varias ocasiones y ganador
de un Globo de Oro, un Emmy y el Premio de la Crítica cinematográfica al mejor
director por diversos proyectos, declaraba:
Los directores acostumbrados a trabajar en
televisión siguen ciertas estructuras, saben que hay una razón por la que las
películas tienen tres actos y las series de televisión cinco, o cuándo
introducir un cliffhanger […] yo no
deseo dejarme limitar, ni que los espectadores sepan cuándo se avecina la
publicidad; quiero que estén perdidos en el bosque […] una buena historia que está
bien contada no tiene que encajar necesariamente en parámetros predefinidos
(Contreras, 2017).
Además, su temática enmarca la serie en uno de los
formatos más canónicos de la televisión: la serie procedimental de género policiaco,
lo que permite tener una referencia muy definida con la que comparar su esquema
estructural. Situada en la década de los 70, Mindhunter
sigue a dos agentes del FBI y una psicóloga que realizan entrevistas a psicópatas
encarcelados. La finalidad de su estudio es conseguir suficientes datos para
fundamentar un nuevo procedimiento policial basado en el análisis psicológico
del comportamiento criminal.
El
modelo canónico de la serie procedimental de género policiaco presentaba una
estructura en cuatro actos rígida y muy cercana al esquema conocido como whodunnit que permite al espectador reconocer
inmediatamente el formato y entender el relato con mayor facilidad (Bignell, 2008). Pero
con el auge de la televisión por cable su esquema deja espacio para algunas
hibridaciones con el drama serializado. La trama principal de índole laboral
preserva su carácter autoconclusivo de épocas
anteriores y permite establecer la relación del espectador con los
protagonistas fijos, sus procedimientos de trabajo y la creación de unas
mitologías propias (los monstruos de cada episodio); mientras que las tramas
secundarias dan profundidad a los personajes, sus relaciones personales y ponen
el foco en la serialidad necesaria para generar fidelización a lo largo de la
temporada (Cascajosa, 2005). Así, en los inicios de la Tercera Edad de Oro
convivieron series como CSI (CBS, 2000-2015), donde se presentaba
repetitivamente “una estructura típica de drama procedimental, donde los pasos
de estructuración de la historia suelen seguirse bajo el mismo esquema de episodio
en episodio” (Guarinos y Gordillo, 2011, p.377) y
series de emisoras por cable donde las tramas secundarias seriadas empezaban a
ganar más peso, hasta el punto de que “en las series dramáticas los géneros de
investigación criminal, forense o el género médico se mezclan con los dramas
psicológicos” (Marta-Lazo y Abadía, 2008, p.12). El
estudio de Mindhunter que aquí se aborda
confronta los resultados del análisis estructural de la serie con los modelos, canónico y mixto, del formato
procedimental para detectar así los cambios derivados del modelo de
distribución de Netflix.
Metodología
Se ha realizado un análisis de
contenido de Mindhunter, atendiendo únicamente
a su primera temporada por constituir un producto terminado que se lanzó en un
mismo día. Los diez capítulos estrenados a simultáneo se han segmentado por
secuencias (entendiendo secuencia como una unidad dramática que suele contener
diversas escenas). Esta segmentación se ha presentado mediante un “mapa de
tramas”, por el que se disponen en columnas los actos de una serie,
subdivididos en celdas que identifican con las secuencias de las que consta
(Douglas, 2011). En el caso de esta investigación se ha optado por presentar
una secuencia por fila, con la intención de consignar otros datos en las
distintas columnas. Por cada secuencia se incluye su duración, su minuto de
inicio y final, su tipología y su sinopsis. Asimismo, se ha dotado de un color
a cada celda para identificar la trama con la que se vincula el argumento de
una secuencia. Estas se han agrupado también por actos atendiendo a la
evolución de las tramas presentadas y la tipología de las secuencias incluidas
(figura 1).
Figura 1. Ejemplo de mapa de tramas (Mindhunter, capítulo 6, temporada 1). Fuente:
elaboración propia.
La clasificación de las tramas que se
entrelazan en cada capítulo se ha realizado atendiendo a su naturaleza,
distinguiendo entre lo profesional, lo personal y lo privado (Lavandier, 2003). En Mindhunter
la trama profesional es protagonista. Se ha denominado como “trama A” y las
secuencias se han señalado en el mapa de tramas con el color azul. En los casos
en los que un episodio presenta varias tramas profesionales estas se han
denominado “A1”, “A2”, etc. Las tramas personales se vinculan a las relaciones
personales entre los personajes y se identifican con el color amarillo. Según
el modelo canónico del formato, estas deberían ser tramas secundarias paralelas
y no subtramas, ya que no deberían influir en el curso de la investigación y
únicamente limitarse a profundizar en los personajes (Guarinos
y Gordillo, 2011). Este es el motivo por el que al analizar estas tramas
personales se ha indicado si influyen o no en el devenir de la principal (si es
así, se ha empleado la mezcla de color de ambas para identificarlas en el mapa
de tramas). Estas se denominan “B1” para Ford, “B2” para Bill y “B3” para Carr, jerarquizando así el peso de los personajes. Para terminar,
se han identificado las tramas privadas con las que no tienen nada que ver con
el proceso de investigación, ni con el género marcado ni están protagonizadas
por los personajes principales. Se han denominado “C” y se identifican por el
color rojo. Estas tramas, según el esquema procedimental canónico, no deberían
tener cabida en una serie de este tipo por ser propias del formato del drama
serializado (Guarinos y Gordillo, 2011).
A continuación, se ha procedido a la
realización de dos tipos de análisis. Primero se ha procedido al estudio de la
microestructura de cada episodio atendiendo a la tipología de sus secuencias.
Su finalidad es determinar si los capítulos cumplen con el carácter autoconclusivo propio del formato canónico de las series
procedimentales. También se han localizado en las escenas los momentos
específicos que sirven como cliffhangers;
ya que tradicionalmente han sido claves para la delimitación por actos y
capítulos y para favorecer el engagement,
el compromiso espectatorial y la expectación semanal.
El sistema de clasificación empleado es el siguiente:
Nudo con pulso. Estas
secuencias constan de “un protagonista motivado que hace avanzar la acción para
conseguir algo, a través del conflicto establecido con un obstáculo” (Douglas,
2011, p.126). En definitiva, un nudo con pulso es un “momento de tensión máxima”
(Douglas, 2011, p.230), un momento de progresión dramática.
Nudo sin pulso. Son las secuencias descriptivas o de
desarrollo cuya función es dirigir al personaje o la trama hacia un nuevo
pulso, pero en el que la trama no avanza ni cambia de sentido (Truby, 2007).
Catálisis. Estas secuencias detienen la progresión
dramática para dedicarse a la contemplación simbólica o metafórica (Barthes,
1966). Las cinematografías que crean catálisis con un desarrollo suficiente como
para ser consideradas secuencias se encuentran en lo que se denomina como “cine
de autor”, ya que para llevar a cabo esta idea se debe detener la acción
(desarrollo de la trama) e inevitablemente desfavorecer los principios de la
catarsis (base de la “dramaturgia convencional” o aristotélica).
Cliffhanger. Estos
momentos se definen por la suspensión de la resolución de un suceso, dejando la
trama en su momento más álgido, habitualmente al terminar un nudo con pulso. No
es obligado que todo acto se encuentre rematado con un cliffhanger,
pero es lo habitual dado que en el modelo canónico el cliffhanger
tenía como misión mantener la expectación del público durante la publicidad. La
fusión de estrategias seriales con las procedimentales en el modelo mixto lleva
a incluir un cliffhanger al final del episodio
para garantizar la expectación, haciendo “la suspensión de final de capítulo
con el recurso del cliffhanger, casi
obligatoria en cualquier serie actual” (Guarinos y Gordillo,
2011, p.375). El cliffhanger como remanente de
la emisión semanal y con publicidad “es a la vez una herramienta recomendable y
anacrónica” (Álvarez, 2012, p.34).
Después se ha realizado un análisis
macroestructural de la temporada. Se han señalado los hitos del conflicto
interno de los personajes en el mapa de tramas. Esto permite describir su
evolución emocional y su repercusión en la articulación de la temporada. La
finalidad es corroborar la importancia que tiene para Netflix la construcción de
narraciones entorno a personajes psicológicamente complejos y que cuya evolución
favorezca el engagement y el compromiso espectatorial (Sarandos,
2014).
Hitos del conflicto interno. Atienden al mundo interno del personaje, visualizado a partir
de acciones concretas (incluyéndose entre estas el diálogo, siendo las
palabras elegidas o el hecho de intervenir acciones significativas), dado que
“los procesos internos son difícilmente representables y para poder apreciarlos
las acciones son particularmente importantes en el lenguaje audiovisual” (O’Meara, 2015, p.190). Pueden producirse en cualquier tipo
de secuencia, y presentan un cambio interno que sufre el personaje y que marca
la estructura y los giros que pueda tener la trama (O’Sullivan,
2019, p.58). Este tipo de secuencias que articulan los cambios de un
protagonista permiten diferenciar entre series procedimentales puras y
seriales, donde abundan en mayor medida (Garin,
2017).
También se han localizado los sucesos
que tienen repercusión en el arco dramático del protagonista y se han clasificado
atendiendo a su función estructural. La situación de estos elementos dentro de
la estructura global de la temporada permitirá valorar su unidad y su grado de
serialidad. Se tienen en cuenta:
Desencadenante. Una vez presentada la normalidad del personaje, aparece este
elemento que “rompe la rutina del futuro protagonista” (Lavandier,
2003, p.163) y “se presenta a menudo bajo la apariencia de malas noticias” (Snyder, 2010, p.112).
Punto de giro. Es el momento en el que aparece “un incidente, un acontecimiento
que se engancha a la historia y le hace tomar otra dirección” (Field, 1994,
p.14). Es “el momento en que dejamos atrás el viejo mundo, y nos internamos en
un mundo que es como el viejo sólo que puesto patas arriba, su antítesis” (Snyder, 2010, pp.114-115). Estos momentos describen la relación
que tiene el personaje con ese giro específico, haciendo que la posición de
este cambie radicalmente y aparezca un nuevo objetivo (McKee, 2017).
Midpoint. Es una herramienta que
se usa para dividir el segundo acto y sirve para conectar la primera mitad de
la trama con la segunda (Field, 1998). Sirve para “darle un empujón a la trama”
(Sánchez-Escalonilla, 2005, p.151) y así mantener una evolución en forma de
crescendo.
Obstáculos. Son esas fuerzas opuestas al objetivo del protagonista que
generan conflicto y se multiplican durante la trama (Lavandier,
2003). Los obstáculos impiden al protagonista lograr sus metas y sirven para
mantener la tensión narrativa (Field, 1998).
Clímax. Situado en el tercer acto, este es el nudo de máxima tensión
y es dónde se resuelve la pregunta dramática que se había planteado en el
inicio (Lavandier, 2003). Se tendrá en cuenta que, en
el caso de tener arcos internos negativos, “el clímax es la gota que desborda
el vaso, es decir, el elemento que genera el abandono del objetivo” (Lavandier, 2003, p.160).
Resultados
Mindhunter concibe su primera temporada como un
largometraje segmentado en varios episodios. Esto se aprecia en el diseño de su
capítulo inicial, que sirve como declaración de intenciones. Presenta una estructura
muy diferenciada a las estrategias desplegadas en el resto de los episodios. El
primer episodio muestra el mundo narrativo del protagonista (Holden Ford) a nivel profesional y personal. Se plantea una
subtrama amorosa (Ford conoce a Debbie, doctoranda en una universidad) y entra
en contacto con Bill Tench, un agente que da clases
en las comisarías de policía. Su contacto con la universidad y con Tench le llevará a definir su objetivo: el estudio
psicológico de los asesinos y la definición de una nueva técnica de investigación
criminal basada en la elaboración de perfiles psicopáticos. Esta presentación,
propia de los 25 minutos iniciales de un largometraje (Snyder,
2010) se desarrolla aquí en una hora de episodio. Su ritmo, por tanto, es muy
lento y busca configurarse como el acto inicial de un largometraje aproximando
la serie a este tipo de narrativas. La presencia de un caso policial y de los
problemas burocráticos a los que se enfrentarán los protagonistas, se limita a
las secuencias finales del capítulo actuando como ejemplos del tono y los temas
que tratará la serie. El caso o los problemas laborales no actúan como armazón
principal del episodio. Tampoco presenta un prometedor cliffhanger
final que aliente a ver la temporada completa o el siguiente capítulo.
El episodio piloto establece el
conflicto interno del protagonista, dedicando cinco de las diecisiete
secuencias a la presentación de hitos relativos a este. La serie se inicia por
un suceso traumático para el protagonista: el primer fracaso de su instinto
policial que constituye el primer hito de su conflicto interno. En el teaser del episodio, Ford aborda una negociación con
un secuestrador mediante un enfoque psicológico. Esta termina con el suicidio
del criminal, lo que le lleva a ser reubicado en Quántico como formador, algo
que concibe como un fracaso personal. La tercera secuencia del episodio le
muestra ante la portada de la revista TIME, donde aparece retratado el
responsable de la detención de “el Hijo de Sam”. Esta portada evidencia sus
ansias de pasar a la posteridad.
Durante toda la serie la
sobrecompensación de ese primer fracaso será una constante en Ford: primero
introducirá el enfoque psicológico en el FBI, después conseguirá un compañero
para estudiar el comportamiento criminal y realizar entrevistas (Bill Tench), involucrará a una académica que formalizará los
análisis psicopáticos (Carr), conformarán una nueva
división en el FBI, conseguirán financiación, sus resultados les llevarán a
actuar con éxito como consultores de casos vivos y, finalmente, Ford tratará de
aplicarlos para prevenir crímenes que aún no se han cometido. Este viaje a la
posteridad entra en contradicción con su continua necesidad de validación, lo
que le define como un personaje complejo y determina la aparición de los hitos
en su conflicto interno. Ya en el primer episodio se presentan todas las
instancias ante las que Ford deberá sentirse validado durante toda la
temporada: Debbie (su relación se basa en que ella escuche y valore los avances
de él), Bill (con quien mantiene una relación de amistad) y dos instituciones:
el FBI (encarnado en su jefe) y la Universidad (posteriormente encarnada en Carr, quien aún no forma parte del equipo).
La temporada se estructura atendiendo
al ascenso y caída de Ford: de la validación por todos al rechazo absoluto.
Esto establece una macroestructura definida por momentos de especial
trascendencia en la definición de su arco dramático. Este se inicia por un
detonante en el teaser del primer episodio (su
fracaso como negociador). Se produce un primer punto de giro en el segundo
episodio cuando su primera entrevista a solas con Ed Kemper (un célebre asesino
en serie) muestra los resultados que se pueden obtener con su enfoque
psicoanalista y con ello logra, no solo que Tench se
involucre en las entrevistas, sino que el FBI les dé un despacho y se formalice
una división específica. Este éxito ya es completo cuando su entrevista con
Kemper despierta el interés académico de Carr y esta
se involucra en el proyecto; así como les permiten, por primera vez, lograr resolver
un caso vivo con lo aprendido del psicópata encarcelado. De este modo, el
primer punto de giro abarca los capítulos 2 y 3. En los primeros tres episodios
se dedica aproximadamente un tercio de las secuencias a momentos que suponen
hitos en su conflicto interno.
El final del capítulo cuatro se
constituiría como midpoint, al consagrarse el
proyecto personal de Ford con la obtención de financiación por parte de Carr. Durante tres episodios (5, 6 y 7) el conflicto interno
de Ford pierde su protagonismo anterior, atendiéndose a los de Tench (que se inicia en el 4 y se desarrolla en el 6 y 7) y
Carr (que se aborda en los capítulos 6 y 7). En este
punto de la temporada el proyecto de Ford se encuentra en su cénit y los episodios
se centran en la resolución de un caso y en la dimensión emocional de los
restantes protagonistas. Sus subtramas serán relevantes, ya que sus propios
conflictos internos chocarán con las ansias de grandeza del protagonista
motivando su rechazo y posterior caída. El capítulo 7 abordará cómo su obsesión
por los psicópatas empieza a influir en el comportamiento de Ford durante las
entrevistas e incluso en su vida personal con Debbie.
En este punto, el capítulo 8 supone el
segundo punto de giro: su obcecación le lleva a tratar de prevenir el crimen,
aplicando lo aprendido a un caso intrascendente (un director que hace
cosquillas a sus estudiantes). Esto le procura el rechazo de Tench y de Carr que consideran
que su actitud es inmoral y que pervierte todo lo logrado hasta el momento; el
de su jefe que ridiculiza sus intenciones de prevención; y el de Debbie que
parece engañarle con un compañero de clase tras múltiples discusiones donde
acusa que su relación se basa en la validación que ella supone para su ego. El
capítulo 9 presentará el clímax de la temporada, donde, en su empeño por
demostrar el valor de su instinto, Ford empleará una estrategia propia de un
criminal en la entrevista a Speck, que posteriormente
eliminará de su transcripción y que será motivo de una inspección interna. La
cinta con su grabación será entregada y se desvelará su falta de escrúpulo y
ética profesional. El desenlace se producirá en el capítulo diez donde sufrirá
una caída inminente a su punto de partida. En este último episodio, Tench, Carr y su jefe le acusan
de falta de profesionalidad por la ocultación de la cinta y de boicotear lo
conseguido. Además, Debbie rompe su relación. Su falta de apoyos le lleva de
nuevo a Ed Kemper (su primer éxito) quien le exige que justifique las
declaraciones que ha hecho a la prensa sobre él (donde declara ser “su amigo”).
La humillación, la revelación de que se ha igualado a los psicópatas y el miedo
de enfrentarse a Ed le provocan un ataque de ansiedad. En los episodios 8 y 10
tres cuartas partes del total de las secuencias se dedican a mostrar hitos
relevantes para el conflicto interno de Ford, mostrando el protagonismo de su
conflicto interno en el cierre de la temporada.
1.1 Tramas profesionales
Si se atiende a la naturaleza de las
tramas, las que abordan un conflicto externo profesional son las que resultan
protagonistas en la macroestructura de la serie Mindhunter.
De los 471 minutos de duración de la primera temporada 398 minutos se dedican a
la trama A, lo que supone un 85% del metraje. Esta trama profesional, propia
del formato de la serie procedimental se desarrolla mediante tres líneas
argumentales: la “A1” presenta los problemas burocráticos que deben superar
Ford, Tench y posteriormente Carr
para establecer su departamento y metodología dentro del FBI; la A2 presenta
las entrevistas a psicópatas en las que basan su técnica de investigación
policial; y la A3 presenta algunos casos vivos en los que se ven involucrados y
en donde pueden aplicar lo aprendido en las entrevistas. Sin embargo, el diseño
y valor estructural de estas tramas profesionales difiere del que era propio en
modelos anteriores.
La primera temporada de Mindhunter se articula en torno a la trama
profesional A1: la que desarrolla el inicio del proyecto profesional de Ford y Tench, su asentamiento como departamento dentro del FBI y
los problemas burocráticos con la institución. Pese a ser una trama serial que
vertebra transversalmente la temporada, esta línea argumental se plasma en muy
pocas secuencias, de forma irregular (no aparece en todos los episodios ni del
mismo modo) y sus puntos de giro rara vez actúan como elemento final de
capítulo -solo ocurre en dos ocasiones- (figura 2). Además, no hay continuidad
entre los pulsos que construyen esta trama A1, ya que el FBI como institución sirve
como ex machina que modifica caprichosamente la suerte de los protagonistas en
su devenir profesional y como una institución que evoluciona al ritmo de sus
éxitos.
Mientras que en el capítulo inicial
esta trama se centra en cómo Ford convence a Bill de que el proyecto merece la
pena, en el tercero y el cuarto solamente aparece como cierre del capítulo
(Ford cambia el código de palabras prohibidas, llega Carr
y el grupo de investigación recibe dos subvenciones cuantiosas). La trama A1 no
vuelve a aparecer hasta el sexto capítulo, donde se usa como catalizador para
que empiece la subtrama de Carr (a quien se le ofrece
una posición fija en el FBI y opta por priorizarla sobre su vida personal). La
siguiente aparición es en el octavo episodio, donde su protagonismo y ritmo es
extraordinario dentro de la temporada: la llegada de un cuarto compañero en el
grupo se plantea en el minuto 22 (y no como cliffhanger
del episodio anterior), y a esto siguen seis nudos con pulso, ocho nudos sin
pulso y dos catálisis. Todo en 23 minutos, porque para el minuto 45 ya han
aceptado al nuevo compañero, lo han introducido en un caso, han desarrollado la
investigación y el nuevo compañero ha delatado a Ford por participar en el caso
del director de instituto que hace cosquillas tratando de prevenir el crimen.
En el noveno episodio la trama vuelve a su función habitual (con la decisión de
eliminar parte de la transcripción de la entrevista a Speck
y el envío de la cinta por parte del nuevo compañero), pero en el último
episodio adquiere un protagonismo total actuando como trama principal del
capítulo con el descrédito de Ford debido a su actitud en la entrevista a Speck y su posterior eliminación de pruebas.
Figura 2. Evolución de la trama A1 (FBI) por
capítulos (Mindhunter, temporada 1). Fuente:
elaboración propia.
Mayor protagonismo tienen en la serie
las tramas profesionales A2 y A3, que presentan respectivamente las entrevistas
a los asesinos y los casos policiales en los que colaboran los personajes
principales aplicando su nueva metodología. En el modelo canónico o mixto estas
tramas tendrían una voluntad episódica, autoconclusiva
y se estructurarían de forma regular mediante cuatro o cinco actos con secuencias
de nudo sin pulso, nudo con pulso y cliffhangers
que permitieran al espectador plantearse, avanzar paso a paso y cerrar unas
expectativas de resolución de cada situación. En esta serie estas tramas
profesionales mantienen su protagonismo en el metraje, pero pierden su
funcionamiento episódico adoptando un carácter serial, ya que se desarrollan
con unidad de acción en más de un capítulo y rara vez se inicia una nueva línea
si la anterior no se ha cerrado.
Como en la trama A1, las secuencias de
entrevistas (A2) detienen la progresión rítmica del episodio, ya que son mucho
más largas. Pueden llegar a durar hasta trece minutos (como en el episodio 2);
superando la duración de una secuencia media de largometraje y también los dos
o tres minutos de la televisión (Douglas, 2011), duración que sí se observa en
las secuencias de otras tramas.
Dentro de la trama A2 se encuentran las
entrevistas a cuatro asesinos diferentes con diverso grado de protagonismo en
la serie (figura 3). El primero en ser entrevistado es Ed Kemper, que sirve
como leitmotiv al resto de investigaciones. Solamente se le hacen cuatro
entrevistas repartidas en dos capítulos (tres en el segundo episodio y otra en
el tercero), pero su trama sirve como guía para el resto de los casos por
constituir el modelo de psicópata más relevante al que acceden los protagonistas
y el que más resultados les deporta. Tiene un desarrollo irregular, ya que tras
su peso inicial la trama desaparece durante seis episodios para reactivarse y
cerrar la temporada. El resto de los psicópatas a entrevistar aparecen de una
forma más compacta (en uno o dos episodios) asemejándose al carácter episódico
de los casos del formato canónico. Sin embargo las tramas de entrevista no son
capitulares, dado que se desarrollan mediante dos episodios y no sirven para
iniciar o terminar estos (la entrevista a Kemper se desarrolla en el segundo y
tercer capítulo; el encuentro con Monte aparece para abrir el tercero y termina
a mitad del cuarto; la entrevista a Brudos
protagoniza el conflicto del séptimo episodio y también termina a mitad del
octavo; y el encuentro con Speck se inicia en el
noveno capítulo y, aunque se acaba la trama en 20 minutos, después sirve para
plantear el conflicto profesional entre Ford y el FBI acerca de su falta de
ética disciplinaria, que se cerrará en el último episodio.
La participación de los protagonistas
en la solución de los casos policiales vivos (A3) tampoco tiene un desarrollo
regular ni estos sirven como delimitación episódica en los capítulos. Tres de
los cuatro casos se inician a mitad de capítulo y no al principio, y todos se
resuelven a mitad del episodio siguiente (figura 3). Solo hay un caso que se
plantea y cierra en un episodio y que sigue un desarrollo capitular (el del
sexto episodio que muestra la obsesión por Ford por destituir a un director de
instituto que hace cosquillas a niños). El fracaso de Ford desmotiva al
espectador ante las tramas episódicas, así como su contraste en su exposición
episódica permite destacar su repercusión en el mundo interior del personaje a
diferencia del resto.
Estas líneas argumentales tampoco
cumplen la premisa rítmica del whodunnit de
mostrar un sospechoso tras otro hasta llegar a un culpable. En su lugar se
articulan mediante secuencias largas (superando en algunos casos los 10
minutos, como por ejemplo en el décimo y último episodio) y en muchas ocasiones
se centran en un solo sospechoso, cosa que simplifica el desarrollo de la
investigación, pero permite profundizar en la psicología del culpable.
El primero de los casos es una
excepción, pues queda resuelto en el primer capítulo, sin ocupar mas de cinco
minutos. Sirve para finalizar ese capítulo con un conflicto anecdótico cuya
misión es marcar el tono de la serie. El siguiente caso, sobre la detención de
un asesino y violador de ancianas, empieza a mitad del segundo capítulo y termina
con un cliffhanger a mitad del tercero.
Figura 3. Evolución de las tramas A2
(entrevistas) y A3 (casos) (Mindhunter,
temporada 1). Fuente: elaboración propia.
El caso sobre la mujer asesinada por su
prometido, hermana y cuñado sigue un patrón parecido: empieza a mitad del
cuarto episodio, se desarrolla en el quinto y termina a mitad del sexto.
El caso sobre el director que hace
cosquillas a sus alumnos ocupa la totalidad del octavo episodio (desde el
primer minuto) y a mitad del noveno se recupera con la aparición de la esposa
del director que increpa al protagonista para enfatizar en la repercusión
emocional y moral que tiene su despido en Ford. Y, para terminar, el caso de la
mujer asesinada por un hombre que podaba árboles en su vecindario vuelve al
patrón visto hasta ahora: empieza a mitad del noveno episodio y termina a mitad
del décimo.
Así, la distribución de las tramas
profesionales A2 y A3 a lo largo de dos o más episodios y su término a mitad de
metraje marcan dos partes diferenciadas en los capítulos, que quedan separadas
por un simple corte o por una secuencia de transición con función de catálisis.
En ocasiones irrumpe también la trama A1 relativa a la relación institucional
con el FBI (figura 4). Ejemplo de ello son el segundo capítulo que presenta
primero la entrevista con Kemper y después el caso 2; el tercer capítulo que
finaliza el caso 2 y se inicia una trama con el FBI y el cuarto capítulo (que
entrevista a Monte y luego desarrolla el caso 3). En los últimos dos episodios,
para favorecer el clímax de la temporada y aumentar el ritmo narrativo, se
desarrollan tramas profesionales de los tres tipos (entrevista a Speck, resolución del caso 5 y del conflicto ético con el
FBI y reaparición de Kemper en el décimo).
Figura 4. Distribución de las tramas
profesionales por capítulos (Mindhunter,
temporada 1). Fuente: elaboración propia.
1.2 Tramas personales
Mindhunter emplea subtramas que presentan
conflictos de relación de tipo amoroso. Se desarrollan de forma serial como en
el modelo mixto, pero carecen de protagonismo en la serie. Las tramas B1 (que
presenta la relación entre Ford y su novia Debbie), B2 (que desarrolla la crisis
en el matrimonio de Tench motivada por los problemas
de su hijo) y B3 (que atiende a la sexualidad de la Dra. Carr)
no tienen un peso dramático suficiente como para generar grandes puntos de giro
ni sirven para cerrar episodios mediante cliffhanger.
Suponen menos del 20% del metraje, sus secuencias son muy breves (solo tres de
las dieciocho superan los tres minutos) y están muy separadas entre sí,
articulándose en tres actos distribuidos durante la temporada en el caso de
Ford y ciñéndose solo a dos episodios en el caso de Tench
y Carr.
La que tiene mayor continuidad es la
subtrama amorosa de Ford y Debbie por su repercusión en el arco dramático de
Ford derivado de la contradicción entre sus aspiraciones profesionales y su
necesidad de validación personal. Las secuencias con Debbie influyen en la
trama profesional dado que los conocimientos de sociología de ella contribuyen
a avances en la investigación. La trama familiar de Bill Tench
(B2) aparece con poca intensidad, menor continuidad y no tiene impacto en los
finales de los capítulos. En los capítulos cuarto, sexto y séptimo abordan en
algunas secuencias los problemas matrimoniales de Bill, motivados por su
dedicación al trabajo, al impacto emocional producido por las entrevistas y
casos policiales en los que participan, y su modo de ejercer su paternidad con
un hijo que no habla. La repercusión emocional de su trabajo sí funcionará como
subtrama ya que supondrá un obstáculo para los objetivos de Ford: le harán
separarse progresivamente de Ford (incluso físicamente con un despacho
autónomo, ubicándose en lados opuestos durante las entrevistas o en sus viajes
en avión), lo que favorecerá que le retire su apoyo al ver su obsesión y
obcecación personal al tratar, incluso, de prevenir el crimen en el episodio ocho.
La amistad entre Ford y Tench no se considera trama
ya que no tiene un desarrollo conflictivo articulado mediante nudos con pulso o
sin pulso específicos. Su relación se aborda mediante momentos de catálisis
vinculados a las tramas profesionales o personales ya descritas.
La trama amorosa de la Dra. Wendy Carr (B3) apenas tiene protagonismo. Aunque se introduce el
personaje en el tercer capítulo, su trama personal no se activa hasta la mitad
del sexto, donde se desvela que es homosexual, algo que deberá esconder en el
FBI. Ese mismo capítulo se cierra con Carr buscando
piso en Quántico, dando por entendido que se ha separado de su pareja (por
despreciar su trabajo) y ha aceptado una posición fija en el FBI (funcionando
por primera vez una trama de tipo emocional como cliffhanger).
A partir de ese momento toda la trama personal de Carr
deja de progresar y solamente se plantean secuencias de catálisis que
simbolizan su estado emocional y su conflicto interno. En los episodios
séptimo, octavo y noveno se muestra cómo cuida a un gato callejero al que no
ve, lo que simboliza cómo siempre debe ocultar una faceta de su vida (en la
Universidad que trabaja en el FBI y que es homosexual en su trabajo en
Quántico).
1.3. Trama privada
Existe
solo una trama privada en la serie. Esta presenta al inicio de los capítulos un
teaser que
muestra a un futuro asesino del que no se conoce nada. Tan solo en el último
capítulo esta secuencia se traslada al final para ser utilizada como cierre de
temporada. Estas secuencias son pequeñas catálisis de uno o dos minutos. Su
función es confundir al espectador, incapaz de relacionar al asesino con los
protagonistas. También pretenden generar expectación, pues el público anticipa
un final de temporada en el que el camino profesional o personal de los
protagonistas se cruce con el de este asesino. Sin embargo, esto no llega a suceder
ya que la última secuencia de la temporada supone un cliffhanger un tanto
anticlimático que no cumple las expectativas sembradas.
1.4. Distribución de los tipos de secuencia
dentro de los episodios y las tramas
La serie tiene una narrativa muy compleja,
dado que articula un mayor número de tramas de lo habitual. Frente a las tres
tramas por episodio del modelo canónico, Mindhunter
generalmente entrelaza cinco y en ocasiones siete. Reciben una atención
desigual en la temporada: hay casos policiales que se desarrollan mediante
veinte secuencias y otros en tan solo una, por ejemplo.
Además, la segmentación por actos de
los episodios no es clara, dado que los nudos con pulso, sin pulso y las catálisis
se reparten de forma desigual. Las investigaciones, por ejemplo, se suelen
presentar mediante seis nudos sin pulso y cuatro nudos con pulso, lo que podría
indicar una división en cinco actos del episodio. Sin embargo, hay algunos
casos que solo constan de dos nudos sin pulso y ocho con pulso (sexto episodio),
y la mayor parte se articulan mediante dos o más capítulos por lo que esos
supuestos cinco actos no se corresponden con la estructura del capítulo sino de
la trama. La falta de un cliffhanger final que
cierre los capítulos (solo hay cuatro y se ubican a la mitad de tres episodios)
y el final de los casos o entrevistas a mitad de episodio redunda en la
dificultad de delimitar la microestructura de los episodios.
Conclusión
Un capítulo modelo de Mindhunter se inicia por una secuencia breve de la trama
privada (C), una primera mitad centrada en finalizar un caso o entrevista
abierto en el episodio anterior y una segunda parte con el inicio del siguiente
(si primero aborda un caso, después se presenta la entrevista a un nuevo psicópata,
o viceversa). Durante el capítulo se introducen tres secuencias de las
distintas tramas personales (B). El promedio define un capítulo de 47 minutos
de duración, que destina cuarenta a las tramas profesionales (A), cuatro a las
tramas personales (B), uno para la trama privada (C) y dos minutos para los
créditos de inicio (figura 5). La distribución de momentos que suponen hitos en
el conflicto interno de Ford se produce en un 37% de las secuencias totales de
la temporada. Su presencia en un episodio hipotético sería de cinco momentos por
episodio.
Figura 5. Capítulo modelo definido por los
valores promedios (Mindhunter, temporada 1).
Fuente: elaboración propia.
Pero lo que resulta claro es que este
modelo es hipotético, y que nada es regular o estable en Mindhunter.
Los capítulos no siempre se dividen en dos partes: el quinto episodio atiende
en su 92% a una sola trama de investigación, por ejemplo. Las tramas tampoco se
articulan de modo regular: mientras que el tercer caso se distribuye en ocho actos,
la trama sobre las entrevistas con Speck se limita a
dos. Ni siquiera los capítulos o las secuencias presentan una duración fija.
Tampoco es regular la atención al conflicto interno de Ford: hay episodios que
presentan doce hitos de su conflicto interno y otros en los que solo figura uno.
Las convenciones narrativas televisivas
que pretendían potenciar y delimitar el capítulo como unidad narrativa quedan
obsoletas con el cambio de modelo de distribución. En Mindhunter
no hay tramas episódicas ni autoconclusivas, dado
que su desarrollo ocupa dos episodios (algo que invita a verlos en una misma
jornada, alimentado así el binge-watching). Además,
desaparece el cliffhanger final de acto, lo
que dificulta la segmentación del episodio y la apreciación de alguna fórmula
rítmica que favorezca el reconocimiento del espectador de un inicio o un final
de episodio. Tampoco puede apreciarse esto en el desarrollo de las tramas, ya
que pese a tener un planteamiento y desenlace claros estos no coinciden con el
inicio y/o el final de los episodios. Tampoco tiene sentido ya el empleo de un cliffhanger final en una fórmula de distribución sin
estreno semanal, al menos en el caso estudiado.
En Mindhunter
se aprecia una gran atención al conflicto interno de un protagonista complejo y
contradictorio. Los hitos que marcan su arco dramático se presentan con una
elevada frecuencia. Este arco se articula a lo largo de toda la temporada y
funciona como vehículo de la serialidad, otorgando unidad global al relato
completo. Esto muestra las intenciones de Netflix expresadas por Ted Sarandos en sus declaraciones.
La aplicación de una estructura
episódica que se diluye en pro de un planteamiento serial; su ritmo lento, con
pocas secuencias por episodio; su atención a la psicología del personaje en secuencias
muy largas; la sucesión irregular de nudos con pulso, nudos sin pulso y
catálisis; la multiplicidad de tramas que se entremezclan y el modo irregular
con el que se combinan; y la articulación de la temporada mediante tres actos
como en el cine, refuerzan las palabras de Fincher
sobre la voluntad rompedora de este proyecto o las de Willimon
acerca de la libertad creativa que permite el nuevo modelo de distribución de
Netflix. Todo ello redunda en que la primera temporada de Mindhunter
se convierta en una única narración de 471 minutos y no en diez piezas
separadas de 47.
Para definir el impacto del sistema de
estreno simultáneo de Netflix sobre la estructura narrativa de sus producciones
será necesario ampliar este estudio, valorando si los resultados obtenidos del análisis
de Mindhunter son extrapolables al
resto de series de su catálogo.
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