ARTE GPS
REFERENTES DE LAS PRÁCTICAS ARTÍSTICAS DIGITALES
RELACIONADAS CON EL CONTROL
gps art: reference points in digital artistic practices related to
control
Paloma G. Díaz
BAU. Centro de Diseño. (UCC-UVic)
………………………
Recibido: 09 05 2019
Aceptado: 11 07 2019
Publicado:30 09 2019
………………………
https://orcid.org/0000-0001-6718-3137
Cómo citar este artículo
G. Díaz, P. (2019). Arte GPS: referentes de las
prácticas artísticas digitales relacionadas con el control.
ASRI. Arte y Sociedad. Revista de
investigación en Arte y Humanidades Digitales (17), 154-167
Recuperado a
partir de http://www.revistasasri.com/article/view/5389
Resumen
Los sistemas
de control geográfico constituyen una de las herramientas más poderosa de nuestra
sociedad. Los datos que proporcionan
ofrecen
información importante sobre nuestros movimientos y nuestros hábitos
cotidianos. El
poder que
proporciona a las entidades que consiguen controlarlos no ha pasado desapercibido
en las prácticas artísticas digitales contemporáneas. En nuestro texto
analizamos las características y el contexto de algunas de las pioneras.
Palabras clave
Media art,
arte digital, control, data, arte GPS.
Abstract
Geographic
control systems are one of the most powerful tools in our society. The data
they provide offers important information about our movements and our daily
habits. The power provided to the entities that manage to control this data has
not gone unnoticed in contemporary digital artistic practices. In our text, we analyze the characteristics and the context of some of the
pioneers.
Keywords
Media art,
digital art, control, data, GPS art.
1. Introducción
Vivimos en la era del
dominio de los datos. Tal como apuntara Tim Berners Lee, creador hace tres décadas
de la World Wide Web, se han convertido en la materia
prima del siglo XXI. La recogida y el análisis de datos relacionados con
nuestra ubicación geográfica y/o nuestros desplazamientos es uno de los aspectos
más rentables de las empresas relacionadas con el control tecnológico. La observación
de nuestra ubicación y movimientos en tiempo real se ha convertido en uno de
los grandes negocios a escala mundial. Las empresas tecnológicas han sabido
catalizar una información que, además, ofrece interesante información sobre los
cambios sociales impulsados, entre otros, por el desarrollo de nuevas
tecnologías de la información asociadas a los Sistemas de Información
Geográfica (SIG) existentes. Los SIG registran y clasifican la información en
diferentes capas temáticas, lo que permite trabajar con ellas de modo rápido y
sencillo, detalle que no ha pasado desapercibido entre los creadores digitales
durante las dos últimas décadas.
2. Medios locativos y creación de principios de
siglo
A inicios del siglo
XXI, el desarrollo y popularización medios de localización geográfica favoreció
la obtención de manera rápida y precisa de cualquier vínculo o información
relativa a un espacio físico concreto y a nuestra situación en el mismo. Su
integración en diversos dispositivos como: GPS, teléfonos móviles, PDA, tablets,
ordenadores portátiles o redes inalámbricas, cambió radicalmente la manera de
entender nuestra posición en el planeta. Esas herramientas digitales abrieron
paso a una interesante e innovadora línea creativa que generó numerosos proyectos
de reflexión y, en ocasiones, crítica contundente sobre nuestra relación con el
entorno. Es lo que Henry Jenkins definió como la cultura de la convergencia (Jenkins,
2008), resultado de toda una serie de procesos que confluyen creando
intersecciones entre diferentes sistemas mediáticos. Todo ello supone un
importante cambio de lógica y estrategia cultural que enfatiza el flujo de
contenidos a través de los nuevos canales mediáticos existentes. De ese modo, considera que un medio es algo más
que una simple tecnología, ya que origina un nuevo paradigma que implementa
todas las prácticas sociales y culturales que surgen a su alrededor.
El uso e implicación
de medios de geolocalización en proyectos artísticos aumenta a finales de la
década, en gran medida, como consecuencia de la integración de diversas funcionalidades
en ordenadores y en smartphones. Nosotros nos centraremos en repasar algunos de
las más destacados por su estrecha vinculación con el control y la vigilancia tecnológicos.
Todos ellos parten de filosofías bastante heterogéneas que tienen en común su
profunda reflexión en torno a la noción de espacio. Cómo se establece, cómo se
representa, de qué manera se gestiona o qué tipos de interacción social se
desarrollan en él, motivo por el que resulta imprescindible asociar en
su análisis estas prácticas con disciplinas aparentemente tan dispares como la
geografía, la arquitectura, el urbanismo o la antropología para lograr
contextualizar adecuadamente su efecto en ámbitos sociales y culturales (Cornelio
2008).
Los que fueron
denominados medios locativos de la primera década del siglo, respondían a la digitalización
y la interacción a través de la pantalla y se basaban en la experiencia
desarrollada a través del net art, contribuyendo a dar a conocer el mundo más
allá de la sala de exhibición o del monitor. El término fue utilizado por primera
vez en 2002 como título de un taller organizado por RIXC, actual Centro de
Cultura New Media de Riga (Letonia) durante el año 2002. Se deriva del vocablo
locativo, sustantivo en la lengua letona que indica ubicación. En un informe
redactado durante este encuentro se plantearon las posibilidades que podrían
ofrecerlos medios locativos:
Inexpensive
receivers for global positioning satellites have given amateurs the means to
produce their own cartographic information with military precision... As opposed
to the World Wide Web the focus here is spatially localized, and centred on the individual user; a collaborative cartography
of space and mind, places and the connections between them. (Tuters & Varnelis, 2006)
En cierta manera, este
planteamiento refuta las tesis que Ben Russell había anticipado en su Manifiesto
Headmap publicado en 1999, en el que se logra catalizar
conciencia civil y compromiso. Bastaba remitirse a los resultados de la
convocatoria de RIXC, a los que se suma el éxito de las Transcultural Mapping (TCM) celebradas en toda Europa a lo largo de 2004
(«TCM
Locative Reader» 2006).
La combinación entre
el GPS, las comunicaciones móviles y el procesamiento de datos permitió retomar
viejas discusiones acerca de la relación entre la conciencia de lugar y la
relación con otros individuos en un contexto en el que resultaba especialmente
sencillo aunar la crítica y los avances tecnológicos con el objetivo de poder
explorar todas las posibilidades reales que permitían crear comunidad e intercambio
a través de los medios de comunicación. Los medios locativos respondían, por
tanto, a una ambigua forma de vigilancia que aprovecha una experimentada
infraestructura de control.
La tecnología y las innovadoras
relaciones que comporta la sistematización de uso de tecnologías locativas
implica la creación de nuevas formas de pensar, maneras de hacer y de ver. Es
lo que Russell defiende como una manera de explorar nuevos paradigmas en las
relaciones sociales, políticas y económicas, que generarán implícitamente una
interesante corriente de pensamiento a la que atañe dar a conocer el papel de
nuestra existencia.
En 2004 se celebró el 7th
International Art + Communication Festival, RIXC,
en Riga. El evento se postulaba como un espacio de intercambio para los nuevos
profesionales de los medios y para activistas de base que incorporaban los
nuevos conceptos locales opuestos a los procesos normalizadores desarrollados globalmente. Allí se
establecieron una serie de principios que planteaban la posibilidad de una
práctica de la cartografía de colaboración. Entre ellos destacamos:
·
La necesidad de
investigar sobre la relación entre el poder y la cartografía.
·
Valorar la
interdisciplinariedad, teniendo en cuenta la capacidad de movernos simultáneamente
a través del espacio físico y el espacio electrónico.
·
Creación de SIG
(Sistemas de Información Geográfica) para favorecer la transición de
aplicaciones militares, industriales y académicas, a favor de organizaciones alternativas
(hackers, la apropiación de civiles y de consumo y aplicaciones)
·
Cuestionar la
información de los mapas tradicionales frente a los creados por los SIG, ya que
son más objetivos por el tipo de tecnologías utilizadas.
·
Explorar sobre los
aspectos subjetivos de la cartografía.
·
Estudiar el profundo
abismo existente entre los datos de los mapas disponibles gratuitamente para
los hackers en los Estados Unidos y los datos geoespaciales disponibles en
Europa.
·
Potenciar los medios
locativos y su relación con la práctica del performance y el arte.
·
Convivir con nuevos (e
innovadores) mapas del territorio.
·
Mantener una postura
crítica ante la vigilancia y el control del Estado realizada a través de
tecnologías de medios locativos.
Urban Tapestries[1]
(2004-2008) de Proboscis (Proboscis, s. f.) constituye un buen ejemplo de cómo se puede convertir la
estructura descentralizada de la Red en un sistema de distribución de la
información que promueve la libre comunicación entre los usuarios ya que
excluye la intermediación y facilita la acción de mecanismos ajenos al mercado (Yochai Coombs 2015). Es un proyecto de investigación y una plataforma de software
experimental para la asignación e intercambio de conocimientos de modo público.
Cada edición de Urban
Tapestries propone la investigación mediante la
combinación de las tecnologías móviles y de Internet con los sistemas de información
geográfica de modo que la ciudadanía se transforme en autora de su entorno
actualizando digitalmente el paradigma de estudio del grupo británico Mass Observation[2] a
los cánones del nuevo siglo. Tal como ocurriera con aquellos voluntarios, a los
autores les interesaba ofrecer las herramientas que forjasen una auto-antropología
sin censuras en la que el control de la información no estuviera mediatizado. Se
trataba de crear, intercambiar conocimientos a través de la experiencia
cotidiana Con esa metodología se posibilita la construcción de memorias colectivas
conectadas a través de los lugares, el tiempo y las comunidades.
La plataforma de
software permitió a la gente construir relaciones entre los lugares y las
historias asociadas añadiendo libremente información, imágenes, sonidos y
vídeos. El sistema sirvió de base para crear compromisos con las comunidades
reales (en las viviendas sociales, las escuelas y con los usuarios de los
espacios públicos) e investigar en las nuevas posibilidades de generación de público
en los entornos del mundo real. Contrariamente a lo que señalaba Bentham en su
Panóptico (Bentham
1989), en aquellos años, se evitaba la separación por clases y grupos
y se fomentaban las relaciones no vigiladas.
El flujo de
información en la Red fue cuestionado en su momento por Galloway y Ward (2005). Ambos se centraron en describir los aspectos técnicos de la
comunicación en red para exponer el estricto control que puede ejercerse a
través de esta. En ese aspecto se acercan a la descripción de Deleuze sobre
cómo el código funciona como barrera en la transformación desde una sociedad
disciplinaria hacia una sociedad de control (Deleuze
2006). El código no es tan reconocible como la palabra escrita. Es
menos transparente y concreto, por lo que se percibe como una amenaza oculta
magnificada por los mecanismos ofrecidos por las nuevas tecnologías.
Pero no todas las
opiniones defendían las posibilidades que ofrecían los medios locativos. La
artista multidisciplinar Coco Fusco es una de las voces más críticas ante este
tipo de proyectos (Fusco
2004). En su opinión, el pensamiento actual tiende a creer que
vivimos dentro del mundo creado por William Gibson (2006) en su Neuromante, y considera que la
salvación sólo es posible a través del desarrollo de conocimientos técnicos muy
específicos que puedan desatarse contra el sistema utilizando métodos
subversivos de dudosa procedencia. Se siente perpleja por la falta de memoria
histórica cultural actual, que era tan habitual en los años 70[3] y
destaca la incongruencia que se pueden llegar a producir en los mapas que son
aceptados por el poder, vaticinando la deshumanización de los objetivos de este,
tal como ha ocurrido en el contexto artístico en el que mapas han llegado al nivel
más abstracto. Como consecuencia se ha silenciado cualquier testimonio
individual y de grupo, por lo que defiende otro tipo de discursos y prácticas
críticas de mayor repercusión y comprensión que no tengan relación con la fascinación
de la media culture por el mapeo, ya que constituye, desde su punto de vista, una
representación extrema de carácter panóptico típica de cualquier estrategia
militar.
Fusco aboga por una
nueva eclosión de artistas y activistas con conciencia social conectados con la
realidad de su entorno, en lugar de abrazar tácticas que se basan en los sueños
de omnisciencia. Invita a examinar la historia de la globalización, las redes,
el disenso y las acciones colectivas con el fin de entender que tienen su origen
en los márgenes geopolíticos y culturales.
Los proyectos
locativos de inicios del siglo no fueron sólo medios para desarrollar y
difundir la tecnología de vigilancia, ya que poseían la capacidad intrínseca de
cuestionar protocolos y redes utilizando nuevos lenguajes que sugerían nuevos
modos de concebir, entender y experimentar el espacio. En él los artistas desarrollaron
el contexto apropiado para la interacción ofreciendo a los participantes en cada
proyecto, la inmersión en una innovadora experiencia mediante la que se realizaba una crítica directa hacia el uso del espacio inculcado
en nuestra sociedad a través de nuestros gobernantes.
2.1. Tres referentes críticos:
geolocalización y control
De todas las obras
analizadas, hemos seleccionado tres piezas que creemos que resumen parte de los objetivos mencionados anteriormente
desde perspectivas peculiares: i-See, obra que crea
una representación totalmente innovadora del control y la vigilancia
desconocida hasta el momento por los habitantes de las zonas en las que se desarrolla;
Loca: Set To Discoverable, pieza que origina mensajes de concienciación y participación
en territorios acotados; y Transborder Immigrant Tool, compleja propuesta que ofrece cartografías -no oficiales y
alternativas- para la supervivencia, desarrolladas desde la legalidad más
absoluta.
El Institute for Applied
Autonomy (IAA) es una organización
de activistas anónimos fundada en 1998. Sus investigaciones para el crecimiento
y desarrollo tecnológico intentan ofrecer respuestas contundentes a inquietudes
de ámbito colectivo e individual. Su objetivo es analizar las fuerzas y
estructuras que afectan a la libre determinación para poder proporcionar
tecnologías que amplíen la autonomía de los activistas de derechos humanos.
Según sus estudios, la tecnología represiva es poderosa pero poco sostenible,
motivo que los llevó a identificar un mercado emergente de insurrección
cultural (The
Institute for Applied Autonomy (IAA)
2005).
Durante el periodo
comprendido entre 1998 a 2002 el IAA desarrolló un proyecto pionero en
cartografía táctica dado a conocer con un irónico título: i-See
(IAA,
s. f.). Consistía en una aplicación para la web –junto a
plataformas inalámbricas asociadas- que utilizaba una base de datos gráfica que
permitía a cualquier usuario potencial planificar rutas urbanas sorteando al
máximo la incesante exposición a las cámaras de circuito cerrado de vigilancia
por televisión (CCTV) de Nueva York. De este modo se podía evitar ser
registrado en cintas de vídeo no reguladas. Toda esta información generó un
mapa del desarrollo de la vigilancia del espacio público en diferentes áreas de
Manhattan[4]. Se invitaba, de un modo peculiar para la
época, a tomar conciencia ciudadana sobre el incremento de demanda e inversión
en seguridad pública tras los ataques terroristas de 2001. i-See incitaba a la generación y divulgación de proyectos
independientes en defensa de los derechos civiles en un momento histórico crucial
en el que su vulneración por parte del poder político y económico resultó
desmedido e imparable.
Figura
1. Mapa resultante del mapeo de
Nueva York, I-See. 2004.
Loca: Set To Discoverable (2006), proyecto colaborativo desarrollado por un grupo
internacional multidisciplinar[5], también
posee un marcado carácter orwelliano. Conforma una compleja instalación en la
que se combinan aspectos tan complejos como el arte, la ingeniería del software,
el activismo, el diseño, la piratería de hardware o los SMS. Su objetivo era
concienciar sobre la vigilancia existente centrándose en el espionaje realizado
a través de las comunicaciones móviles. En él su interfaz intangible constituida
por una red de nodos, permitió que el grupo de artistas rastreara y se comunicara
con los transeúntes a través de cualquier teléfono móvil sin su permiso o
conocimiento, a través de Bluetooth. Cualquier ciudadano anónimo que caminara
por el centro de la ciudad le llegaba un mensaje de aviso de su teléfono,
forzándole a mirar a la pantalla y a comprobar el contenido de los mensajes
recibidos. En lugar de una alerta se encontraba con un inquietante texto: We are currently experiencing
difficulties monitoring your position: please wave your network device
in the air (Loca
Lab 2006).
Loca involucraba a las
personas utilizando la semántica urbana y el significado social de los lugares
concretos por los que transitaba: You walked past
a flower shop and spent 30
minutes in the park, are you
in love? (Loca
Lab 2006).
La pieza incitaba a la ciudadanía a
cuestionar el sentido de las redes en las que se desenvuelven, y a analizar sus
posibilidades reales de uso, ya que se podían obtener datos específicos sobre
sus identidades digitales tanto en un sentido positivo o negativo. En su
intento de crear conciencia crítica entre los ciudadanos, ofreciéndoles una visión
clara y global de lo que podría ocurrir en un momento
Figura 2. Logotipo e imágenes de la
preparación de Loca: Set To Discoverable. 2006.
[Imagen del proyecto]
en el que las
tecnologías a nuestra disposición permitían rastrear los movimientos de cualquier
persona aparentemente anónima, en ciudades post-orwellianas. El proyecto ofrecía
a los participantes la posibilidad de convertirse en vigilantes de otras
personas. Su objetivo era provocar el cuestionamiento sobre qué había pasado
con nuestra intimidad. Con ese fin se colocaron pegatinas en lugares visibles
proporcionando información suficiente a cualquier ciudadano sobre el peligro de
utilizar en su teléfono el Bluetooth, Cualquiera que lo tuviese activado se
convertía en objetivo de la instalación distópica local.
Todos los registros se
imprimieron y quedaron a disposición del público en una oficina central desde
la que se informaba sobre los orígenes y las claves del proyecto, y desde dónde
se proporcionaba el Loca Pack: un CD que contenía todo el código y las
herramientas utilizadas. La obra no creaba un nuevo sistema de vigilancia, sólo
revelaba la potencia de los mecanismos ya existentes. El paquete era útil tanto para la vigilancia como la contra-vigilancia (sourveillance). Si el miedo es utilizado por políticos y empresarios para
crear sujetos dóciles, el proyecto mostraba a la ciudadanía como podía
recuperar el control en un espacio
urbano de carácter panóptico diseñado y/o adaptado bajo las consignas de
Bentham:
La construcción misma del panóptico da tantas seguridades contra
las sublevaciones y conspiraciones entre los presos, que no debe temerse su
reunión en pequeñas compañías, porque nada hay que pueda favorecer su evasión,
y hay muchos medios combinados para hacerla posible, (Bentham
1989, 57)
Dejamos para el final
uno de los proyectos que seguimos considerando hoy en día como más destacados
respecto a la relación con la geolocalización, el control y la crítica.
Liderado por Ricardo Domínguez, miembro del Critical
Art Ensemble (CAE) (CAE,
s. f.-a), en los 80, cofundador del grupo Electronic Disturbance Theater (EDT) y
profesor asociado de Artes Visuales en la Universidad de California de San
Diego (UCSD), desde dónde sigue promoviendo y desarrollando proyectos relacionados
con la Desobediencia Civil Electrónica (DCE) (CAE,
s. f.-b)[6].
Transborder Immigrant Tool (Herramienta Transfronteriza para Inmigrantes) fue creado en
colaboración con Brett Stabaum, Micha Cárdenas y
Jason Najarro. En él se utilizaba el GPS como herramienta artística con fines sociales.
El proyecto Transborder Immigrant
Tool se presentó en 2009 tras dos años de intensa investigación. Explora los
límites de la geolocalización con fines políticos y sociales para facilitar que
los emigrantes ilegales se orientaran de forma independiente y segura a través
de teléfonos móviles de segunda mano -los Motorola i455, que incorporaban un
servicio de GPS gratuito- y un software que les ayudaba a cruzar la peligrosa y
codiciada frontera desde México a Estados Unidos. En este punto morían cientos
de ellos anualmente según los datos recabados por organismos no oficiales de la
época. Con el dispositivo no podían ser detectados y se les proporcionaban
datos sobre las poblaciones más cercanas o la posición de la policía
transfronteriza. En uno de los botones se implementaba una función que activaba
un protocolo de emergencia e información sobre puntos clave en los que se situaban
bidones de agua para evitar su deshidratación.
Las dificultades de
atravesar el desierto se atenuaban ofreciendo una cartografía segura mediante
un móvil que les daba apoyo logístico para cruzar la frontera, transformando el
sistema en una brújula digital de supervivencia.
Transborder Immigrant Tool (TIT) logró mejorar los servicios comerciales y de geolocalización
ofrecidos por el fabricante. Sobrepasaba el potencial aplicado en su uso
cotidiano, y cuestionaba la incorporación de métodos alegales para navegar
desde una cartografía precisa e inequívoca. Transgredía el control creado con
fines militares para apoyar a personas ilegales y sin recursos, luchando contra
las tecnologías de la localización fronterizas. Paradójicamente, todo el sistema
fue desarrollado en un centro universitario estadounidense de ámbito estatal.
El TIT añade un algoritmo inteligente que
permitía analizar y encontrar las mejores rutas y senderos reales durante el
día y la hora en el que los inmigrantes intentaban cruzar un paisaje vertiginoso
con la mayor seguridad posible, originando nuevos mapas virtuales. También
integraba poemas experimentales bilingües, además de palabras de aliento y de
bienvenida, en lo que Laura Borràs y Juan B. Gutiérrez
definieron como un sistema poético global destinado a combatir la soledad y la ansiedad
de la travesía.
Figura 3. Imagen de Transborder Immigrant Tool [Imagen:
EDT]
Los trayectos
propuestos se solapaban y fusionaban con la práctica histórica, única e
irrepetible, experimentada por cada individuo desplazado. Información y contrainformación
en tiempo real desafiaba cualquier intento de control externo de la cartografía
de la supervivencia, ya que el dispositivo ignoraba los conceptos de frontera nacional
y territorio, globalmente
admitidos como parte de la identidad
sociopolítica colectiva. Este posicionamiento se aproxima a los preceptos
postulados a finales del siglo XX por Derrick de Kerchove
en los que estudiaba los efectos de la tecnología sobre los seres humanos (de
Kerckhove 1999, 242).
Tal como recalca
Efraín Foglia “Redes paralelas y cartografías
detectoras: prácticas sociales y artísticas con medios locativos” (Foglia 2008), este proyecto está relacionado intrínsecamente con el
diseño como disciplina, ya que el sistema implementado al móvil debe funcionar
con gran exactitud. No puede dar lugar a cualquier tipo de interpretación
personal o ambigüedad en su utilización al tratarse de un proyecto vivo, desarrollado
para ser utilizado por personas que buscan respuestas esenciales y compromisos
reales. Sobre todo, por parte de artistas y colectivos que continúan
investigando en espacios conflictivos, para encontrar fisuras en los sistemas
de vigilancia en áreas aún no sometidas por los poderes del control global. Su
postura se acerca a la expuesta por Coco Fusco: es necesario un análisis de los
entornos reales que permitan comprender y ofrecer solucionen a través de los
ámbitos digitales.
Tras la presentación pública
de Transborder Immigrant
Tool, Ricardo Domínguez y su equipo fueron sometidos a diferentes
investigaciones oficiales («Uncovering Ctrl», 2011). Una de ellas llegó a desestabilizar el país. Una árida y
engañosa campaña en la cadena conservadora Fox puso en entredicho el proyecto,
aunque provocó un efecto contrario al deseado: logró darle mayor publicidad y
generó respuestas positivas no alcanzadas hasta el momento. Manifestaciones,
cartas de apoyo de artistas internacionales no hicieron más que evidenciar los
problemas reales en la frontera entre México y Estados Unidos. La difusión
mediática propició que el proyecto fuera seleccionado por diversos museos y
festivales para ser exhibido.
En la misma época que
el TIT, un buen número de asociaciones y organizaciones independientes
comenzaron a utilizar geodatos disponibles para
ofrecer información directa sobre temas escondido o mal documentados por el
poder: catástrofes naturales, estudios relacionados con el consumo, el reparto de
recursos, las migraciones forzosas o la sanidad, pudieron tratarse desde puntos
de vista novedosos gracias al open data. Plataformas como OpenStreetMap
(OSM) (University College London 2019), abrieron un nuevo camino para conocer localmente, y de
manera paralela a la oficial, algunos de los acontecimientos más importantes de
la primera década del siglo. Sin embargo, esa incipiente apertura al conocimiento
no ha hecho más que encontrarse con numerosas trabas políticas y legales desde
entonces hasta nuestros días.
2. Conclusiones
Las prácticas artísticas digitales del
nuevo siglo surgen marcadas por importantes acontecimientos tanto en el ámbito
tecnológico, como en el social y el político. Algunos de ellos –como la Guerra del
Golfo o los atentados del 11 de septiembre- imprimirán carácter a nuevas
expresiones creativas que cuestionan los efectos negativos de la seguridad
colectiva sobre las libertades individuales.
La creación se apropia
de mecanismos y metodologías que caracterizan una época de expansión de
dispositivos ambivalentes a través de los cuales se potencia la
intercomunicación, pero se oculta su posibilidad de seguimiento y estudio por parte
de empresas y estamentos oficiales. Como consecuencia de ese interés ante las
posibilidades de las nuevas herramientas surgen nuevas prácticas tan
interesantes y sugestivas como el Locative Media Art. Dentro de esa línea de trabajo se producen
importantes reflexiones acerca del valor de la privacidad, la concienciación
respecto a la pertenencia a un colectivo o la alerta ante las reglas del poder
imperante.
La proliferación de
las prácticas artísticas relacionadas con vigilancia y control tecnológico en
la primera década del siglo, culminan con el inicio de lo que se convertirá en una
gran expansión de dispositivos tecnológicos de convergencia: smartphones y/o
tablets. Así como por acontecimientos tan decisivos e impactantes en lo
político y económico como las filtraciones de documentos por parte de WikiLeaks
o los primeros intentos conocidos públicamente de control de la Red por parte
de diferentes gobiernos, poniendo como excusa un grave problema que nos afecta
a todos: los derechos de autor. De ese modo se evita afrontar globalmente una
solución a las posibilidades reales que la tecnología puede ofrecer para
favorecer la labor y reconocimiento de cualquier creador en concreto (y/o
ciudadano por extensión).
Tras años de lucha por
parte de diversos colectivos que intentan defender nuestra intimidad frente a
las grandes empresas relacionadas con Big data parece que esa lucha haya
llegado a su fin: nos hemos convertido en ciudadanos-esclavos digitales. Somos
conscientes de que jugamos un doble y peligroso papel: somos objetos de estudio
y ofrecemos datos asiduamente, en una rueda destinada a que consumamos
constantemente. ¿Se puede invertir esta situación?, o al menos ¿es posible que
esa gestión y recopilación de datos sea transparente? Resulta francamente
complicado, ya que se han convertido en productos que se gestionan de manera
industrial o se transforman en servicios que generan conocimiento (Gersón
2016), así que apostamos
por que uno de los papeles más interesantes que pueden aportar los artistas
digitales actuales es el poder reflexionar, apostar y crear nuevos paradigmas
que permitan a la ciudadanía transformar esa información obtenida así como los
métodos utilizados, en piezas que ayuden a romper la alienación social existente.
Estamos convencidos de
que lo datos relacionados con la geolocalización, los nuevos sistemas de
recogida y análisis de estos pueden ofrecernos nuevos relatos sobre realidades
ocultas, o de aquellas transformadas a favor de intereses político-económicos
tan en boga en nuestros días. Por ese motivo, es importante promover y apoyar
el trabajo de equipos interdisciplinares que ofrezcan nuevos puntos de vista en
un contexto como el actual, en el que la incertidumbre general se ha apoderado
de la ciudadanía. Creadores o no, todos tenemos el deber moral de propiciar y
hacer extensivo el espíritu crítico. Es la única opción que nos queda contra
los continuados recortes en derechos y libertades, propiciados tanto desde el
poder político como del económico, que además se enmascaran como si se tratasen
de beneficios para nuestra seguridad.
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BIO
Trabaja como
docente especializada en Nuevas Tecnologías y New Media Art. Es profesora
asociada de Fundamentos y Evolución de la Multimedia del Grado de Multimèdia de la UOC (Universitat
Oberta de Catalunya) y profesora agregada de la asignatura “Cultura Audiovisual
II” en BAU (Centro Universitario de Diseño de Barcelona). Colabora en la
Escola Massana, y ha desarrollado sesiones magistrales en diversos centros. Ha asistido y participado
como ponente en diversos Congresos y encuentros relacionados con la tecnología,
la creación y la privacidad. Colabora con diferentes publicaciones online
y desarrolla desde 2008 el blog Uncovering
Ctrl (www.uncoveringctrl.com).
[1] La plataforma de software permitió a los participantes relacionar
los espacios con historias asociadas, información, imágenes, sonidos y videos
con ellos. Lo que sirvió de base para una serie de compromisos con las
comunidades reales (en las viviendas sociales, las escuelas y con los usuarios
de los espacios públicos) para jugar con las nuevas posibilidades de creación y
motivación de públicos en el mundo real. La primera prueba de campo del
prototipo de teléfono móvil creado para el proyecto se probó durante cuatro
semanas en el centro de Londres (junio de 2002), y con público, en el barrio de
Bloomsbury de Londres (diciembre de 2003).
[2] Grupo británico de investigación social, sin ánimo de lucro,
fundado en 1937. Pretendía registrar los detalles de la vida cotidiana en Gran
Bretaña a través de la observación realizada por unos 500 voluntarios. Su
trabajo acabó a mediados de la década de 1960 y fue restablecido en 1981. Su archivo
puede consultarse en la Universidad de Sussex.
[3] Defiende, entre otras cosas, que la amnesia histórica en la teoría
de los nuevos medios puede llegar a ser peligrosa.
[4] Participaron en el registro de datos cinco colectivos: New York Civil
Liberties Union, Surveillance Camera Project, Surveillance
Camera Players, Institute for Applied Autonomy
y Eyebeam Atelier Workshop Participants.
[5] John Evans (Reino Unido/Finlandia), Drew Hemment
(Reino Unido), Theo Humphries (Reino Unido), y Mike Raento (Finlandia).
[6] El colectivo
multidisciplinar Critical Art Ensemble
(CAE), acuña en 1994 los principios de la Desobediencia Civil Electrónica
(DCE). Propone, entre otras cosas, el uso de la táctica de la amenaza simbólica
a partir del bloqueo o la sentada virtual. La acción más representativa de esta
modalidad de cibersabotaje descubre en la Red el
vehículo perfecto que facilita una postura global prodemocrática. Basa sus
tácticas en una peculiar concepción de los principios de desobediencia civil
desarrollados en el siglo XIX por Henry David Thoreau, en un intento
de generar un amplio llamamiento contra el adormecimiento de las conciencias y
denuncia la falta de responsabilidad individual imperante. El CAE sugiere la
idea de un flujo descentralizado de micro-organizaciones diferenciadas –a las
que denomina células-, destinadas a producir diversas corrientes y
trayectorias para obtener un cambio político social.