Margarita Mönckeberg-Díaz
Universidad de Chile
Tomás Atarama-Rojas
Universidad de Piura
DOI: 10.33732/ASRI.6803
Recibido: (26 07 2024)
Aceptado: (20 12 2024)
Cómo citar este artículo
Mönkeberg-Díaz, M., Atarama-Rojas, T. (2024). La representación del pasado como forma narrativa de la esperanza en los desastres naturales. Análisis de la prensa chilena para los terremotos de 1960 y 2010. ASRI. Arte y Sociedad. Revista de investigación en Arte y Humanidades Digitales., (26), 49-62
Recuperado a partir de https://doi.org/10.33732/ASRI.6803
Resumen
Esta investigación aborda el estudio de las noticias publicadas en la prensa chilena a propósito de los terremotos de 1960 y 2010 con la finalidad de explorar cómo cada nuevo acontecer telúrico es representado desde la reminiscencia del anterior. Se analizaron 250 notas periodísticas a partir de una metodología cualitativa que observaba el orden temporal de las narraciones, en concreto, el recurso de la analepsis, para detectar la referencia a eventos telúricos anteriores. El estudio reveló que las historias periodísticas chilenas de los terremotos de 1960 y 2010 recurrían a la representación del pasado como forma narrativa de la esperanza, para recordar que tras el azote de la naturaleza habrá un nuevo renacer. Esta narrativa responde a la configuración de un mito telúrico chileno.
Palabras clave
Mitos, noticias, narrativa, Chile, terremoto.
Abstract
This research addresses the study of the journalistic contents published in the Chilean press about the earthquakes of 1960 and 2010 in order to explore how each new telluric event is represented from the reminiscence of the previous one. A total of 250 newspaper articles were analyzed using a qualitative methodology that observed the temporal order of the narratives, specifically, the use of analepsis, in order to detect the reference to previous earthquakes. The study revealed that Chilean journalistic stories of the 1960 and 2010 earthquakes resorted to the representation of the past as a narrative form of hope, to remember that after the scourge of nature there will be a new rebirth. This narrative form responds to the configuration of a Chilean telluric myth.
Keywords
Myths, news, narrative, Chile, earthquake.
Chile es un país con frecuente actividad sísmica (Rojas, 2018). Los terremotos chilenos han contribuido con información valiosa para importantes avances en el estudio de las ciencias de la tierra. Su ubicación geográfica ha permitido una invariable secuencia de desastres naturales, entre los cuales, los terremotos y los maremotos son los más relevantes. Esta realidad geológica ha plasmado en el tiempo una memoria telúrica (Silva & Riquelme, 2018). Lo telúrico ha formado parte de la narrativa identitaria de este país desde sus orígenes, y se refiere al destino del hombre en esta tierra catastrófica y a su modo de habitar en ella.
De acuerdo con los postulados de Rothenbuhler (2005) sobre antropología mediática, el relato periodístico se presenta como una expresión del sistema de símbolos central de una comunidad, capaz de contribuir, mediante sus historias e imágenes, al fortalecimiento de la memoria colectiva. En el marco de esta investigación, este planteamiento permite afirmar que el relato periodístico desempeña un papel significativo en el desarrollo de una memoria telúrica chilena. La ubicación geográfica de Chile ha permitido una invariable secuencia de desastres naturales. Esta realidad geológica se ha plasmado en la narrativa y ha forjado en ese país y en el extranjero, la premisa: Chile, una tierra de catástrofes (Onetto, 2017). Esta dimensión catastrófica de la tierra es la que ha nutrido en el tiempo esta memoria telúrica, en cuyo núcleo se encuentra el iterativo acontecer infausto de este país (Mellafe, 1981). El discurso telúrico que ha ido forjando esta memoria telúrica ha sido tan crónico como su ocurrencia fenoménica, desde la oralitura mapuche en adelante (Rubilar, 2011). La noticia sobre la tragedia chilena contiene una estructura de acción social y se halla inmersa en una tradición cultural (Luengo, 2009), por tanto, es parte fundante en la configuración de esta memoria telúrica. Este trabajo busca revelar la forma narrativa de esa estructura, en el caso específico de los terremotos de 1960 y 2010 (los más grandes de la historia de Chile, siendo el primero de ellos el más grande registrado instrumentalmente en la historia de la humanidad).
Específicamente, esta investigación busca mostrar cómo cada nuevo acontecer telúrico es representado desde la reminiscencia del anterior. El episodio anterior es evocado en la noticia como vehículo de esperanza para el evento actual: ante un escenario devastado, Chile se levanta, porque ya lo hizo antes en situaciones análogas. En este caer y levantarse se ha forjado una idea de destino compartido que vislumbra la esperanza en la reconstrucción, a través de la unidad y la solidaridad de los ciudadanos.
Para llegar a esta conclusión, se realizó una investigación cualitativa que utilizó una categoría de análisis narratológico, específicamente, el orden narrativo, para poder registrar las anacronías presentes en las historias periodísticas y observar de qué modo la repetición de relatos análogos anteriores significaban la narración de la tragedia presente. La investigación aporta una comprensión acerca de la representación del pasado como forma narrativa de la esperanza en los terremotos de 1960 y 2010 en Chile, forjando así una narrativa estable en el tiempo, con patrones reconocidos en el clásico mito del diluvio.
La forma narrativa de la noticia se entiende como aquella “información sobre personajes en acción, entramados en una secuencia familiar con un principio, un medio y un final” (Cornfield, 1988: 181). La noticia es, entonces, un texto impregnado de narratividad; una “construcción de sentido” (Gubern, 2000: 175). El medio de comunicación se convierte en un mediador de la realidad, en un storytelling medium (Silverstone, 1988: 20). Este sentido construido por la noticia se desarrolla en una cultura y en un contexto social determinado (Su, 2014). Adopta una forma o arquitectura narrativa que contiene una estructura de acción o praxis social (Luengo, 2009).
La noticia, así concebida, está llamada a fortalecer la identidad y los valores compartidos de una sociedad (Fulton, 2005); son muestras del sistema de símbolos central de una comunidad (Coman & Rothenbuhler, 2005), que construyen significado más allá de su dimensión referencial. De este modo, la noticia como forma simbólica conecta íntimamente a la ciudadanía con preguntas trascendentes acerca del sentido de la vida (Rothenbuhler, 2005).
El estudio del aspecto simbólico de la noticia comienza a desarrollarse a partir de 1970, periodo en el que se da una relación directa entre los estudios de comunicación y la antropología. El aporte más directo es el de Carey (1989), quien aplicó a la definición de comunicación, el concepto antropológico clásico de ritual. Este autor asocia el concepto de comunicación a la idea de comunión, de valores y creencias compartidas; más que a la sola transmisión de mensajes en el espacio. En este escenario, la comunicación no solo aporta contenidos que pueden ser valiosos para la audiencia, sino que sirve de modo especial para propiciar la gestación de comunidades más humanas, que promuevan un sentido de pertenencia y sean un entorno de crecimiento de las personas (Atarama-Rojas & Mönckeberg-Díaz, 2021).
Desde el paradigma de ritual inaugurado por Carey (1989), la comunicación se entiende como un sistema de símbolos de la sociedad; símbolos que es necesario desentrañar para comprender quién es esa sociedad y cómo ha sido en el tiempo. Y, en este sentido, los hechos relatados en los relatos periodísticos aluden con frecuencia a marcos narrativos anteriores (Chillón, 1999). La noticia se inscribe en una comunidad que cuenta con una tradición y con una historia, que nutren la creación, la interpretación y la comprensión de los símbolos noticiosos. Ser conscientes del valor humano y social de la noticia es fundamental para entender su real aporte en el desarrollo de las sociedades contemporáneas.
Al redescribir un suceso del pasado en la forma de una historia análoga anterior, la noticia se hace comprensible porque adquiere un sentido, a su vez que permite transferir una capacidad afectiva desde la historia remota a la historia actual, a través de una “emoción convertida en una imagen” (Kelsey, 2017: 43). Las noticias diarias, en ocasiones, pueden conllevar historias eternas; múltiples relatos que contienen patrones antiguos. “Periodistas y editores escriben sostenidos en una historia fundamental de la existencia en la tierra, una historia universal, compartida por toda la humanidad” (Lule, 2001: 18). Este valor simbólico de la noticia también se concreta en las imágenes, como las fotografías que ilustran cada nota. En este sentido, estas imágenes se constituyen también como narrativas icónicas que sirven para la creación y la recuperación de una memoria colectiva (Baron Pulido, 2020).
El panorama actual que investiga la relación entre las historias eternas y las noticias periodísticas proviene principalmente de fuentes anglosajonas -la tradición de los myth & news-. Los estudios en español son muy escasos. Chillón (1998) señala que la hegemonía la han tenido los enfoques prescriptivos y preceptivos, empeñados en señalar normativamente cómo debiese ser el periodismo, en vez de considerar a la comunicación periodística en su calidad de “mediación cultural de elevada complejidad conceptual, expresiva” (1998: 5). Se ha olvidado que todos los miembros de una comunidad a partir de la experiencia de la tragedia, incluso colectivamente, encaran y construyen sus respectivas realidades.
En esta investigación, se estudió la totalidad de los relatos periodísticos chilenos que cubrieron los desastres naturales de 1960 y 2010. Para esto se revisó toda la prensa (diarios y revistas), de cobertura nacional y local (medios ubicados en el centro de la devastación), disponible en la Biblioteca Nacional de Chile. La delimitación temporal planteada para la revisión de la totalidad del depósito de prensa disponible en la Biblioteca Nacional fue la siguiente: se analizaron todas las noticias que cubrieron ambos episodios, desde el día de origen del sismo, hasta tres meses después de ocurrido el evento; luego la edición de aniversario a un año de la tragedia y, por último, las ediciones conmemorativas de los cinco años de ocurrido el desastre natural del 21 de mayo de 1960 y del 27 de febrero de 2010, respectivamente.
Esto significó la recolección de 3200 piezas periodísticas. De esa selección, se escogieron todas aquellas noticias que cumplieran con un criterio narrativo definido. Es decir, se escogieron todos aquellos relatos escritos que contaran con una línea temporal clara: inicio, desarrollo y final. De acuerdo con Fulton (2005), en ocasiones es posible encontrar estos códigos narrativos en las noticias. Este criterio fue considerado plausible, dada la naturaleza de este estudio: analizar el código narrativo temporal que transforma la abstracta, fragmentada e inexplicable realidad, en historias comprensibles y reconocibles (Bird & Dardenne, 1988). El marco narrativo propuesto permitió incluir todos aquellos relatos que contaban efectivamente una historia en una línea temporal: personajes que ejecutaban sus acciones dentro de un tiempo narrativo determinado. Dada la naturaleza cualitativa de la investigación, el enfoque de la selección de los relatos fue reunir historias que contaban con esta dimensión narrativa, y observar en ellas cómo fueron contadas ambas catástrofes. La muestra final fueron 250 unidades de análisis donde se evidencia de modo claro la referencia al tiempo narrativo.
El enfoque escogido corresponde al análisis de contenido de corte cualitativo, que se ajusta a la naturaleza narrativa del objeto de estudio, para poner de relieve los elementos que integran la diégesis temporal de los relatos seleccionados. En este tipo de aproximación científica, se privilegia la interpretación por sobre la cuantificación (Andreu, 2002). Al recurrir al análisis de contenido desde una mirada cualitativa, se enfatiza la interpretación de las características temporales específicas de cada historia periodística seleccionada para este estudio. El objetivo de este trabajo fue descubrir el esquema narrativo temporal en el que fueron contadas ambas catástrofes; comprender su significado a la luz de un contexto más amplio, que incluía relatos telúricos nacionales a lo largo de la historia de Chile.
El análisis de contenido de corte cualitativo se aplicó a partir del diseño de una categoría narratológica. La narratología es el estudio de la estructura de la narrativa; es un procedimiento de descubrimiento y un modo de describir los relatos y su estructura (Genette, 1980). De acuerdo con Berger (2013), si las noticias -tal como sostiene Carey (1989)- no solo describen el mundo, sino que representan un escenario de fuerzas y acciones dramatizadas, la narratología, junto con otras aproximaciones interpretativas, ofrecen una visión ampliada de las posibilidades de investigación en periodismo. El uso de categorías narratológicas en los estudios de comunicación responde a una tendencia actual que enfatiza un enfoque transgenérico de la narrativa, resultando provechoso no solo para los estudios literarios, sino también para los mediáticos (Berning, 2011).
La categoría observada e interpretada fue el orden temporal, específicamente la presencia de la anacronía en cada noticia, es decir, las posibles discordancias entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso (Genette, 1989). En concreto, se registró la presencia de la analepsis. El concepto de analepsis utilizado se refiere a toda evocación posterior de un suceso anterior al lugar del relato donde nos encontramos (Genette, 1989). Estudios narratológicos aplicados a textos periodísticos que aborden en específico la categoría de orden temporal y sus anacronías se pueden ver en Berning (2011).
Una vez identificada esta anacronía, se registró su frecuencia narrativa. En esta subcategoría del orden narrativo se analizó la naturaleza iterativa de la analepsis. La anacronía iterativa permite estudiar de qué modo se comparan dos situaciones a la vez análogas y distintas (Genette, 1989). En el caso de la analepsis iterativa, su análisis permite comparar “el presente con el pasado: comparación por una vez reconfortante, ya que el momento de la reminiscencia siempre es eufórico, aun cuando resucite un pasado doloroso” (Genette, 1989: 110). La naturaleza iterativa de la anacronía, es decir, su repetición, es en realidad una construcción mental, que elimina de cada caso todo lo que le pertenece propiamente para conservar solo lo que comparte con todos los demás de la misma clase.
La categoría narrativa del orden temporal y su frecuencia iterativa permitió observar a qué eventos anteriores se evocaba y con qué frecuencia. De este modo, fue posible afirmar que, para narrar el terremoto, tanto en 1960 como en 2010, se recordaban historias de terremotos anteriores para explicar el fenómeno telúrico dentro de un marco conocido.
El análisis del orden temporal –específicamente el estudio de la analepsis iterativa registrada en los relatos– permite afirmar que las noticias estudiadas representan a una naturaleza que reiteradamente azota la tierra, consolidando en el tiempo una idea de destino trágico de Chile. Al recurrir a historias semejantes del pasado, el relato actual inserta la tragedia reciente en una corriente sísmica cíclica y ancestral. El uso de la analepsis iterativa ha permitido elaborar en la narración de la tragedia presente, un discurso esperanzador; al evocar historias similares y antiguas de dolor, pero también de resurgimiento, valor y esperanza.
En 1960 y 2010, al recurrir a historias análogas de terremotos anteriores para narrar el actual, se observa que estas noticias utilizan esas evidencias para concluir la idea de un destino trágico en Chile. La edición del 23 de mayo del diario La Nación sintetiza esta afirmación del siguiente modo: “ahora otra vez el sacudón de la muerte. De nuevo el llano y la tragedia. Este largo país volcánico está sufriendo otro artero azote y es como si fuera una dura prueba más” (Cabrera, 1960). En el caso del terremoto de 2010, también se representa esta tragedia como parte de una historia cíclica. En un artículo de El Diario de Concepción titulado “Terremoto y Concepción: una larga y estrecha relación”, se habla de un libro que sigue sumando capítulos: “más allá del panorama actual, cabe destacar que lo que ocurre no es nuevo. Varias generaciones lo han vivido. De distinta manera, por la evolución obvia del paso del tiempo. Y es que los terremotos y la ciudad tienen una relación de años. De siglos” (Cárcamo, 2010: 24).
Es “una historia de refundaciones”, como se escribe en la edición del 16 de mayo de El Diario de Concepción; una historia de la que hay que sacar “lecciones para el presente” (Escobar, 2010: 15).
La imagen de esta noticia se puede encontrar en la Figura 1. El paso del tiempo puede propiciar el olvido de la condición telúrica del país, tal como se señala en la edición del 7 de marzo del mismo medio: “Quienes vivieron el terremoto del 60, por ejemplo, tenían esta cultura sísmica, pero en 60 años se perdió, como si los terremotos fueran algo del pasado” (Cárcamo, 2010: 10).
Los terremotos, entonces, son representados como una sombra permanente que inquieta, dada la condición inestable de la corteza terrestre. Un artículo del diario El Sur condensa esta realidad en la experiencia de una mujer longeva que ha vivido los tres últimos terremotos del país (Ver Figura 2). El texto se titula “Un siglo de historia viviente” (Vásquez, 2010). Se trata de la historia de una mujer que cumplió cien años y le tocó vivir el terremoto de 1939, el de 1960 y el de 2010.
En otro relato del 20 de marzo del diario El Sur, también se hace referencia a esta historia iterativa de los terremotos, como un destino del país y sus habitantes. Se trata de un hombre tres veces sobreviviente (Díaz, 2010). También, en un artículo de la edición del 25 de abril del diario La Tercera, desde la experiencia, el entrevistado se refiere a este aspecto cíclico de la tragedia (Fontaine, 2010). De este modo, existen varios relatos en los que los personajes recuerdan los eventos análogos del pasado, para explicar la tragedia en el presente, donde todavía se recuerda el impacto del primer megaterremoto. Un texto escrito al día siguiente del terremoto de 2010, en el diario La Tercera, señala que es la propia tierra la que nos recuerda, como un despertador, en qué tipo de suelo estamos situados: “Volveremos a vivir como antes, nos volveremos a levantar y nos prepararemos para que en 25 años más la tierra nos recuerde que vivimos en Chile” (Simonetti, 2010: 33).
Tras la catástrofe, la sociedad cae azotada por la naturaleza. Sin embargo, desde sus ruinas nace la esperanza; se levanta, se reconstruye. La tragedia chilena es recurrente. Es una historia conocida para este país, como ha quedado reflejado en los ejemplos anteriores. Las veces que ha caído, ha vuelto a ponerse de pie. Ese es el relato de Chile. En las historias de ambos desastres naturales estudiados, se observa un país que cae, y en ese golpe de dolor y sacrificio, ha sido forjado. Entonces hoy, como ayer, vuelve a levantarse, refunda ciudades; reconstruye lo caído, tal como lo ha hecho en situaciones análogas anteriores.
La naturaleza cíclica de esta tragedia representada en la prensa chilena otorga la seguridad de la reconstrucción. El uso de historias análogas del pasado a través de la analepsis iterativa sirve como marco de sentido para el relato del presente y permite representar un desenlace con visos optimistas. Así, junto con la idea de un país forjado en el dolor por su historia, a través de esta representación del pasado, se refuerza a su vez la idea de una nación capaz de hacer frente a la adversidad (porque ya cuenta con la experiencia). Esta es la premisa narrativa que el análisis del orden temporal permite advertir hacia el final de estos relatos. De esas historias pasadas surge la esperanza: “no es consuelo de tontos ni pañuelo de lágrimas suponer que el drama que hoy sufrimos habrá de ser superado como un desafío más de los tantos que nos han sobrevenido” (Del Campo, 1960), se observa en la edición del 18 de junio del diario El Mercurio.
Se trata de un final que se reconoce en el desenlace del sismo pasado. El resultado esperanzador de las tragedias análogas anteriores permite enmarcar la tragedia de 1960 en un contexto conocido, cuyo final, al cabo del tiempo, es el renacer de la ciudad. “Valdivia nunca se ha doblegado: En sus 365 años ha recibido el azote de 4 maremotos” y siempre se ha vuelto a levantar, se señala en un artículo del 24 de junio de 1960 del Diario Crónica, como se puede observar en la Figura 3. En otro artículo de la edición del 28 de junio del diario El Sur, también se hace un recuento de las tragedias anteriores, se alude a la desgracia de 1835, en ese momento “un terremoto había arrasado en tal forma la ciudad que era dudoso que volvieran jamás a levantarse” (Fuenzalida, 1960).
Sin embargo, continúa el relato, 20 años después empezaban a aparecer los primeros indicios que señalarían el futuro industrial de la ciudad de la zona afectada. Luego se descubrió el carbón y más tarde empezaría para Chile la era del vapor. De este modo, la ciudad volvía a levantarse.
Tanto en 1960 como en 2010, a través de la analepsis iterativa se recuerda la historia de un terremoto anterior, y a partir del desenlace esperanzador de ese momento pasado, se proyecta un renacer hacia el futuro del terremoto que acaba de ocurrir. Es esta misma condición cíclica de la tragedia la que permite sobreponerse a ella cada vez que sobreviene. En la narrativa se destaca que, así como Chile en el pasado ha caído y se ha levantado, del mismo modo ocurrirá también en cada nueva oportunidad. Es ese mismo caer y levantarse el que ha forjado el carácter nacional. Más directo es este extracto de un relato de la edición del 31 de mayo de El Diario Ilustrado, en el que se escribe: “Hoy son rostros sin expresión. Mañana mirarán con confianza el futuro, porque nuestra raza ha sabido sobreponerse siempre frente a su desgracia” (Rubio, 1960: 17).
En los relatos estudiados en relación con el terremoto de 2010, también se puede observar este resurgir principalmente a través de los testimonios de los sobrevivientes: se trata de relatos de optimismo, unidad, solidaridad, fundados en las historias esperanzadoras del pasado. La edición de marzo de la revista El Sábado provee de testimonios optimistas que recrean la imagen de esperanza en una reconstrucción ya alcanzada tantas veces: “el espíritu que nos inunda hoy es el de la superación. […] Ver esta tragedia es doloroso, pero no desestimulante, estamos todos con las pilas puestas para hacer todo mejor” (Plant, 2010: 17).
El final de esta tragedia, al igual que en 1960, también se reconoce en el pasado. Así como se ilustra este caer y levantarse a través de testimonios particulares, también se acude a la historia pasada del país para ver, en ella, la caída y luego la reconstrucción, como señal de que, si hemos sido capaces de levantarnos en el pasado, hoy también lo seremos. En la edición del 16 de mayo de 2010 de El Diario de Concepción, se señala: “A lo largo de la historia, la caída de una ciudad presagia el florecimiento de otra”.
Parte de esta narrativa telúrica que es posible observar tanto en 1960 como en 2010 relaciona, entonces, el carácter del chileno (trágico y resiliente a la vez) con su destino trágico. A pocos días de ocurrida la tragedia de 2010, el diario La Tercera publica íntegramente una crónica completa del escritor Joaquín Edwards, escrito originalmente tras el terremoto de la ciudad de Valparaíso en 1906 y vuelto a publicar en 1960. Aunque se trata de una noticia antigua, su publicación en el contexto de este nuevo terremoto vuelve a actualizarse y adquiere un nuevo sentido.
Luego de analizar las noticias seleccionadas en 1960 y 2010 es posible observar cómo la inserción de relatos antiguos representa el valor de la noticia como mediación cultural, capaz, a través de su arquitectura narrativa, de construir un sentido más allá de sus datos referenciales. La representación del pasado en el relato presente permite descubrir, en esas piezas antiguas, verdaderas reliquias vivas que se reactualizan y significan el nuevo evento. Esto es posible gracias a la asociación del evento reciente con otro distante, simbólico, visto como análogo. Es un proceso de encuadre que permite comprender el evento contemporáneo a la luz de eventos históricos que aluden a la victoria del espíritu humano. Así, se puede considerar a las noticias sísmicas de ayer, presentes en los escritos de hoy, no solo como vestigios del pasado, sino como relatos vivos; memorias vivas (Chillón, 1999), que remiten a una tradición cultural; a una cultura común compartida (Carey, 1989).
Narrar desde la reminiscencia permite enmarcar la noticia actual con la forma de una historia eterna, una historia verdadera y significativa que narra una realidad humana existencial (Kelsey, 2017; Solá-Morales, 2014; Slattery & Garner, 2015). En otras palabras, permite enmarcar la noticia en una historia mítica, que se aparta del uso popular de mito con la connotación de historia falsa, y se asocia más bien a una narrativa social esencial de la existencia humana que comprende patrones, imágenes, motivos y personajes escogidos de las experiencias compartidas de la vida humana, a través de distintas culturas y épocas (Lule, 2001), historias que nos recuerdan quiénes somos colectiva e individualmente (O´Donnell, 2003); un conjunto de creencias valoradas por un determinado grupo social (Flood, 2002).
El estudio de la analepsis temporal en los relatos periodísticos y su coincidencia con narrativas anteriores a estos eventos permiten afirmar la existencia de un mito telúrico chileno al que se acude cada vez que ocurre la tragedia. Cada vez que la tierra se remece, la prensa narra la tragedia de Chile, sostenido en patrones compartidos anteriores, que se ofrecen como imagen complementaria a la historia narrada (Lule, 2005). Es esta razón la que explica que un periodista que escribe un artículo tras el sismo de 2010, se sorprenda por la inmensa similitud hallada entre su escrito y los relatos publicados en 1960. Ya a partir del siglo XIX, la prensa chilena ha acudido a la información que se conocía sobre terremotos y maremotos pasados, para comparar e interpretar el nuevo evento, a la luz de desastres naturales anteriores (Onetto, 2017). De esta forma, la historia del pasado es capaz de hablar en la historia del presente y, de este modo, dar sentido al completo sin sentido de la tragedia, porque de algún modo comparten el mismo mundo (Lule, 2001). La historia del terremoto presente deja de ser opaca e incomprensible y se torna real y provista de significación (Eliade, 2009). La alusión a los relatos del pasado –a esas historias eternas, míticas– constituyen el contenido de la forma en la que la historia actual se cuenta (White, 1987).
Los elementos míticos presentes en las noticias se entienden entonces como extensiones de patrones épicos y simbólicos antiguos, que tienen la capacidad de representar emociones, como en este caso, la esperanza. Estas historias del pasado representan la expresión de un sentimiento, que “no es el sentimiento en sí mismo, sino la emoción convertida en una imagen” (Kelsey, 2017: 43). El final de los relatos periodísticos de 1960 y 2010 se trata de un desenlace, de alguna manera, feliz. Esta narrativa esperanzadora surge del carácter iterativo de este fenómeno. Este final reiterado ha plasmado en el imaginario chileno la idea de un carácter nacional resiliente que a través de la unidad y la solidaridad –que emana de la vivencia común del fenómeno natural– ha permitido configurar en el relato un renacimiento; aún en circunstancias tan adversas. La representación del pasado (ese recurrir a las historias eternas del terremoto) ha permitido nutrir la narrativa telúrica de Chile a lo largo del tiempo.
El análisis narratológico, enfocado en la categoría de la analepsis y su subcategoría de frecuencia iterativa, se aplicó tanto a las noticias de 1960 como a las de 2010. La analepsis, al evocar en el presente sucesos análogos del pasado, permite generar en el lector una percepción de destino compartido, integrando el nuevo evento en un marco iterativo que contribuye a su interpretación (Genette, 1989). Este enfoque metodológico, aplicado al campo de la comunicación, permite explorar y definir el potencial narrativo del texto periodístico (Berning, 2011).
Observar esta categoría permitió reconocer la historia eterna del terremoto que se fortalece cada vez que se la vuelve a contar; una historia eterna que mira hacia el porvenir con la seguridad de que saldrá adelante porque ya se hizo en otras ocasiones y, sobre todo, porque esa misma experiencia ha forjado el carácter para estar preparado para hacer frente a esas adversidades. La historia de este mito telúrico chileno que se vislumbra (luego de analizar las noticias seleccionadas y observar la coincidencia con narrativas telúricas anteriores) contiene elementos clásicos del mito del diluvio. La representación de estas historias pasadas como forma narrativa de la esperanza en los relatos del terremoto presente evidencian visos optimistas propios del mito del diluvio. Existe actualmente una línea de investigación dentro del campo de la comunicación denominada myth & news, que estudia precisamente la relación existente entre mitos antiguos y noticias periodísticas (Rothenbuhler, 2005; Kelsey, 2016; Luengo, 2009; Slattery & Garner, 2015).
De acuerdo con Lule (2005), el mito del diluvio toma forma en las historias periodísticas, principalmente, cuando ocurre un desastre natural de consecuencias devastadoras como puede ser un terremoto. Se trata por tanto de una de las narrativas más ampliamente difundidas a través del tiempo y las diversas culturas (Dundes, 1988). Tras la catástrofe, este mito es narrado como una epopeya común de resistencia legendaria, con un mensaje de unidad y solidaridad; una forma narrativa que cautiva a la comunidad con la imagen de una victoria colectiva (Barthes, 1972). Este mito puede tomar forma en las noticias de múltiples maneras, aunque tienen en común un elemento central: la sociedad, tras el azote de la naturaleza, renace y la humanidad es restaurada (Lule, 2001). El terremoto representa una completa devastación que hace que todo un país caiga, pero a través de la unidad y la solidaridad, ese mismo país en el tiempo se regenera. Cuando la tierra vuelve a temblar, la prensa vuelve a contar estas historias del pasado y –en la representación de ese tiempo telúrico anterior– muestra y vislumbra la posibilidad de un porvenir esperanzador.
El análisis de contenido de corte cualitativo, con el estudio de la categoría del orden narrativo, permitió observar que –para los terremotos de 1960 y 2010– la tragedia se cuenta representando, a través de historias del pasado, un relato con visos de esperanza en un desenlace feliz; en un pueblo que ha sabido en el tiempo superar con éxito reiteradas adversidades. Este hallazgo permite plantear la existencia de un mito telúrico chileno, que está sostenido e incorpora elementos propios del mito del diluvio, pero que es específico en cuanto involucra características y rasgos culturales propios de Chile. Cada nuevo terremoto que ocurre en Chile es integrado en una tradición telúrica narrativa. El terremoto presente se hace comprensible e inteligible al estar anclado en una memoria telúrica; nutrida de historias que narran cada nuevo acontecer telúrico trágico, inserto en una narrativa sísmica que la contiene. Este mito que se rememora cuenta la historia de una naturaleza que ataca y un pueblo que cae, pero se levanta, porque ya lo hizo antes en situaciones análogas. En este caer y levantarse a través de su historia, se va nutriendo una memoria colectiva. Este destino compartido permite, a través de la unidad y la solidaridad, vislumbrar la esperanza en la reconstrucción.
El episodio reciente se configura desde la reminiscencia del anterior. Así, a través del recuerdo del terremoto pasado, se ha ido forjando en Chile un relato sísmico cada vez más consolidado. Al rememorar episodios telúricos anteriores, estos se reactualizan y significan el nuevo evento, sin repetirlo. Estas representaciones del pasado en los relatos presentes han ido configurando en el imaginario la idea de un sino inevitable; trágico y esperanzador a la vez.
La identificación de estos patrones narrativos y de la forma en la que se representa el pasado en la noticia para otorgar sentido evidencia la importancia de la formación de los profesionales de la información en el conocimiento de la historia y de la narrativa. Lo nuevo y lo actual se puede enriquecer si se apela al pasado y a sus aprendizajes; y si se comprenden los mitos narrativos que dan forma al modo de entender el mundo, desde el punto de vista local y, a la vez, universal.
Los hallazgos de esta investigación enfatizan la relevancia de un enfoque interdisciplinario en la aplicación de criterios narratológicos para observar la narratividad, no solo en relatos de ficción, sino a su vez, en las noticias periodísticas. A partir de esta investigación, se evidencia que un trabajo profesional bien hecho exige una formación constante para entender el pasado y para encontrar lo universal en cada historia, así, de esta manera, el periodismo puede contribuir a forjar una memoria colectiva orientada a la esperanza, especialmente, en los momentos trágicos donde esta es más necesaria.
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Margarita Mönckeberg Díaz es doctora en Comunicación por la Universidad de los Andes (Chile). Magíster Académico en Comunicación por la Universidad de los Andes (Chile), Magíster en Humanidades por la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile). Actualmente se desempeña como profesora en la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile). Su investigación se centra en el Periodismo Narrativo, y en la línea de investigación de myth & news. mmmonckeberg@miuandes.cl
Tomás Atarama es doctor en Comunicación por la Universidad de los Andes (Chile), magíster académico en Comunicación por la Universidad de los Andes (Chile), máster en Creación de Guiones Audiovisuales por la Universidad Internacional de La Rioja (España), licenciado en Comunicación y bachiller en Filosofía por la Universidad de Piura (Perú). Actualmente, es director, investigador y profesor de la carrera de Comunicación Audiovisual en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura (Perú). Es profesor internacional de la Maestría en Comunicación Creativa y Medios Emergentes de la Universidad Externado (Colombia) y del Magíster en Comunicación Estratégica, Marketing y Negocios de la Universidad del Desarrollo (Chile). Es profesor visitante de la Universidad Panamericana (Campus Guadalajara, México). En 2020, fue Visiting Researcher del Center for Internet Studies and Digital Life de la Universidad de Navarra (España). Y en 2019, fue becario del Programa Digital Influencer Inspiring Youth Engagement del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Autor de más de cincuenta artículos científicos y ponencias en congresos internacionales. Especialista en narrativa transmedia y storytelling corporativo. Consultor y conferencista en temas de comunicación y gestión estratégica para la generación de valor. tomas.atarama@udep.edu.pe