LÍMITES ILIMITADOS
UNLIMITED LIMITES
Julen Araluce
Universidad del País Vasco (EHU-UPV)
http://www.doi.org/10.5281/zenodo.7643782
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Recibido: 14 06 2021
Aceptado: 15 10 2022
Publicado: 22 12 2021
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Cómo citar este artículo
Araluce, J. (2021). Límites ilimitados.
ASRI. Arte y Sociedad. Revista de investigación en
Arte y Humanidades Digitales., (20), 1-11.
Recuperado a
partir de https://revistaasri.com/article/view/4731
Resumen
A través de este manuscrito queremos hacer un análisis de la
obra titulada Límites ilimitados y exponer nuestra experiencia como autores de
dicha obra. Por tanto, abordamos este análisis a partir del acto creativo y no
desde el hecho creativo. Encontramos que procurar un acercamiento a partir del
“qué” que plantea Límites ilimitados supondría obviar el punto de vista que nos
confiere la realización de dicha propuesta, el “cómo” y, por tanto, dejaríamos
de atender parte de su realidad, la vivencial. Así, el texto que continúa tiene
como objeto exponer no solo las motivaciones y tensiones que pueden surgir a
partir de la realización de una obra que dialoga con su entorno más directo,
también trata de ofrecer una aproximación a la experiencia que supone la implementación
de esta obra que aúna performance y dibujo.
Palabras clave
Dibujo, performance, pensamiento,
trazo, GPS.
Abstract
Through this manuscript, we try to analyse the work
entitled Unlimited Limits as well as expose our experience as its authors.
Therefore, we approach this analysis from the action itself and not from the
consequence of that action. If we analysed Unlimited Limits as if it was closed
(its “what”), we would be ignoring part of its reality (its “how”), the
experience. Thus, the text that continues aims to expose not only the
motivations and tensions that may arise during the implementation of a work
that dialogues with its direct environment, it also tries to offer an approach
to the experience that the launch of the project that combines performance and
drawing entails.
Keywords
drawing,
performance, thinking, line, GPS.
Introducción
La vergüenza epistemológica es, muy a
menudo, aquel distintivo que caracteriza a quienes abordamos el conocimiento
desde la propia práctica artística. Este hecho se hace más visible si atendemos
a que en la escuela, por ejemplo, una institución que apela al conocimiento y
que no es sino el reflejo del orden social que se establece dentro de una
comunidad, el rol que desempeña el arte es periférico (Bamford & Wimmer,
2012, como se citó en McMehon, Klooper & Power, 2015, p. 3) en relación con
otras disciplinas. Esta realidad tiene lugar más allá de las puertas de la
escuela, donde el pensamiento científico también gobierna sobre el artístico.
Sin embargo, traducir a palabras las motivaciones y
tensiones que surgen a la hora de plantear una propuesta de carácter artístico
nos puede ayudar no solo a tomar conciencia sobre dicho proceso, también sobre
la naturaleza del entorno donde se sitúa la propuesta. Y aunque, tal y como
sostenía el pintor Francis Bacon, «la pintura sea una lengua en sí misma, aunque
nadie sea capaz de hablar de ella -y, por tanto, ¿para qué hablar de ella?,
infinitamente mejor contemplarla» (Maubert, 2012, p. 81) creemos que un
análisis desde el acto pictórico, es decir, desde quien configura la obra, y no
desde el hecho artístico «el producto», puede ofrecer un acercamiento tanto a
la obra en sí como al entorno donde esta se sitúa. Con este fin empleamos tanto
imágenes visuales (figuras 1 y 2) como el lenguaje verbal, los dos canales
principales que los seres humanos poseemos para expresar nuestra experiencia
(Arheim, 1992, p. 55).
En este sentido, encontramos necesaria la aportación de este
manuscrito que nace del encuentro entre nuestra formación, la reflexión y la
investigación sobre la propia acción. Mostrar las conclusiones a las que hemos
llegado tal vez den continuidad al debate sobre el papel que desempeña el arte
dentro del marco social al que pertenece.
Por tanto, las ideas que aquí tratamos de recoger nacen de
la implementación de una propuesta que aúna la performance y el dibujo. Esta
propuesta trata de abordar el acto performativo como herramienta de dibujo, o el
caminar como una forma de construir conocimiento, según se mire, ya que es a
través del caminar en busca de las fronteras que el reciente confinamiento ha
traído consigo la manera en que se constituye el dibujo (figura 1). Esta
propuesta se titula Límites ilimitados y trata de responder a la aporía que
emana de la búsqueda de unos límites no mesurables a través de medios
mesurables. La idea de Límites ilimitados tiene su origen en la escuela
“Peripato” (del griego peripatos = paseo), de Aristóteles, donde se impartía
enseñanza mientras se paseaba por los jardines próximos a la escuela (Reale
& Antiseri, 2010, p. 160).
Límites ilimitados es una serie de dibujos realizados por
medio de una aplicación móvil, Mytracks. Esta propuesta tiene su origen en la
idea de aunar performance y dibujo en una misma acción. Al fin y al cabo, tal y
como exponemos más adelante, ambas disciplinas surgen del encuentro entre
realidad pública y privada. Cada uno de estos dibujos nace de nuestro paso por
diferentes rincones geográficos. La mayoría de estos rincones se sitúan en
Bilbao y sus alrededores. Este paso, esta huella, queda registrada por medio de
la geolocalización que proporciona la aplicación MyTracks. El resultado de
estas acciones, más allá de la acción en sí, queda registrado en el mapa
virtual de dicha aplicación. En este sentido, un gesto físico como puede ser el
propio caminar se traduce a un trazo virtual cuyo soporte no deja de ser una
secuencia ordenada de ceros y unos. Una racionalización de un caminar torpe y
errante a lo largo de las calles de la ciudad.
Así surge este conspicuo algoritmo entre sociedad y belleza.
Por consiguiente, este texto se construye a partir del saber
que proporciona una actividad como es la de dibujar. Para ello, exponemos los
fundamentos que regulan la propuesta titulada Límites ilimitados. A través de
este manuscrito, pretendemos exponer las ideas principales que gobiernan dicho
proyecto, así como el papel que desempeña en el escenario social en el que nace
y habita.
Metodología
La propuesta que en un inicio tratábamos de realizar
respondía a un interés principalmente creativo. Buscábamos una manera de aunar
performance y dibujo, en un contexto que se presentaba limitador en todos sus
aspectos. Para ello, empleamos — y hoy día, aún continuamos esa labor —, una
aplicación móvil llamada MyTracks, que registra en un mapa virtual el recorrido
que uno hace durante un tiempo determinado. Durante nuestro interés por ver las
posibilidades que ofrecía el caminar como una herramienta que generaba trazos
sobre una ventana virtual, encontramos que nuestra propuesta bien podría estar
cerca de una investigación basada en arte (art based research), ya que eran muy
diversas las reflexiones con las que tropezábamos mientras realizábamos alguna
de estas solícitas acciones.
Por tanto, podríamos decir que el encuentro de esta forma de
investigación ha sido casual y no causal. Ha sido una vez acometida la acción
cuando hemos reparado en la naturaleza investigadora de nuestra propuesta y no
al revés. Podríamos señalar, por tanto, que la metodología de esta iniciativa
se sitúa en algún punto entre la investigación-acción, dado que la
investigación inicia su trayecto desde la cotidianidad y avanza hacia lo
filosófico, y la investigación basada en arte, ya que empleamos el arte como
instrumento para formalizar la investigación. Además, desde esta perspectiva
que involucra al arte como forma de aproximación al conocimiento encontramos
que nuestra práctica puede involucrar tanto respuestas emotivas como intelectuales.
Sin embargo, con idea de poner de manifiesto la naturaleza
investigadora de Límites ilimitados, previamente teníamos que definir nuestra
postura como investigadores. En este sentido, advertimos muy difícil
desprendernos de nuestro punto de vista como creadores de la iniciativa, por lo
que decidimos optar por un enfoque que no distorsionase la realidad de los
hechos. Por tanto, en lugar de hacer un análisis a partir del hecho de Límites
ilimitados, esto es, plantear un enfoque de investigación a partir del producto
en sí — como podría ser el mapa resultante, por ejemplo —, decidimos asumir el
papel que nos corresponde como autores-investigadores y optamos por abordar un
análisis desde la propia acción, desde el mismo acto performativo. Así, encontramos
que las palabras de Max Black podían orientar nuestra labor como
investigadores:
No podemos pretender obtener claridad acerca de la
concepción básica de la representación artística únicamente a través de un
proceso de análisis lógico (…); será preciso emplear una investigación menos
pulcra y más exigente acerca de la producción y valoración de los objetos
artísticos en el interior de los estilos o modos de vida (Black, 2007, p. 167).
En este sentido, vemos importante definir nuestra postura en
relación con la investigación que plantea la obra Límites ilimitados. La acción
de dibujar es la base fundamental de nuestro punto de vista como autores de
esta iniciativa. La perspectiva que procura el dibujo poco tiene qué ver con el
punto de vista que surge de un enfoque más analítico, como podría ser aquel que
nace del análisis de una obra desde la historia del arte, por ejemplo. Así,
advertimos que el hacer procura una visión acerca del “cómo” del dibujo,
mientras que el contemplar procurada una mirada respecto al “qué” del dibujo;
es decir, el hacer sitúa nuestro foco de interés más próximo al acto (gráfico),
y el ver más próximo al hecho (gráfico). Por tanto, obviar nuestra formación
como dibujantes -pintores-, no atender nuestro punto de vista sobre el “cómo”
de una obra de arte, en este caso sobre Límites ilimitados, supondría despojar
al arte de parte de su realidad, la vivencial, y, por tanto, no podríamos dotar
a este texto de la verdad que caracteriza tanto a la investigación como al
arte. Ya que también, en palabras del pintor F. Bacon, “pintar es la búsqueda
de la verdad” (Maubert, 2012, p. 79), “descubrimiento de la realidad”
(Cassirer, 1994, p. 213), ideas todas ellas aplicables a la realidad del
dibujo.
Esta idea de posicionarnos como autores y como
investigadores de una misma acción (de una performance que nace a partir de la
geolocalización de nuestra huella y que se manifiesta en forma de trazo a
través de un mapa virtual), nos obligó a tomar una postura tal vez más próxima
a la antropología que al arte. En este sentido, asumimos que el texto que
pudiese nacer a partir de la implementación de Límites ilimitados sería un
texto antropológico de primer orden, ya que los autores también seríamos
participantes del entorno que nos proponíamos analizar. Por tanto, en esta
disertación adquirimos la postura de observador participante, y como tal, “como
seres humanos que vivimos con otros, no podemos ser observadores totalmente
imparciales y desconectados” (Kottak, 2011, p. 56), ya que nuestra mera
presencia transforma, de alguna manera, el entorno que procuramos explorar. Sin
embargo, a la hora de esbozar este primer planteamiento, nos topamos con una
dificultad: la veracidad de los hechos que pudiésemos relatar en este
manuscrito. No obstante, esta posibilidad fue descartada seguidamente, ya que
el objeto que resulta de la propia acción, el mapa, bien podría considerarse
como prueba objetiva de la acción -y en cierto sentido, también como testigo-.
El mapa que mostramos más adelante, por tanto, la consideramos prueba objetiva
de nuestra acción, ya que esta imagen virtual se construye a partir del
registro GPS de nuestros pasos, un resultado difícilmente manipulable.
Decimos que es un resultado difícilmente manipulable ya que,
como resultado de una operación, el track que resulta de nuestro caminar no
podemos modificarlo. Sí es manipulable, en cambio, como proceso; esto es,
durante la acción. Por tanto, el mapa que como prueba y testigo de esta obra
exponemos más adelante, constituye el gráfico que registra una acción. El valor
principal no se sitúa en este elemento resultante, en la obra tangible, sino en
el acto, en la búsqueda de una suerte de límites que se imponen como defensa
contra la pandemia de 2019 (en la figura 1, por ejemplo) o en la búsqueda de
formas y líneas de naturaleza diversa, tal y como ocurre en otras imágenes
creadas dentro de la misma serie. El resultado gráfico, el mapa, no es más que
la prueba tangible de nuestro paso a través de un determinado territorio.
Podríamos decir que se trata del registro virtual de la huella. Y, por tanto,
podríamos referirnos a él como la huella de la huella. O, dicho de otra manera,
como el hecho virtual de una consecuencia física. Consideramos que estas
huellas digitales, consecuencia de las físicas, desempeñan un papel fundamental
dentro de nuestra propuesta investigadora, especialmente si atendemos al hecho
de que las huellas físicas aportan impresiones muy ricas y altamente
ilustrativas (Zeisel, 1981: 91) sobre las personas que habitan ese lugar. Y,
por consiguiente, la información que de ellas obtenemos es relevante tanto para
la implementación de Límites ilimitados, ya que constituyen el registro de las
decisiones tomadas durante la acción, como para su posterior análisis y
fundamentación, ya que dibujan una huella en torno a la que reflexionar.
Resultados
La propuesta Límites ilimitados surge de la necesidad de
hacer visible una acción que, en sí misma, se antoja irrepetible. Su naturaleza
performática hace que la obra sea una acción que trasciende en un lugar y en un
momento determinado. Como deudores de una tradición artística, diríamos
entonces que el resultado es la acción en sí misma. En cambio, sí podemos
encontrar un elemento que surge a partir de la acción: el registro de nuestra
huella en un mapa virtual. Este elemento, empero, no lo consideramos como
resultado empírico de una ecuación que se resuelve a partir de la suma de todos
los valores cuantificables que la componen.
Es más, aceptar esta empresa nos llevaría a asumir que el valor que
resulta de dicha ecuación prevalece por encima del resto. Y este no es el caso.
De serlo, estaríamos reconociendo dos cosas: primero, que la representación
geográfica y virtual que resulta de la acción -y la registra- prevalece sobre
la acción, y, segundo, que las coordenadas geográficas de nuestra posición al
finalizar la acción se sitúan por encima de la sucesión de diferentes
coordenadas por las que hemos transitado en el desarrollo de la acción.
Figura 2. Límite geográfico,
límite virtual, 2021.
Trazo en mapa virtual, medidas variables. Fuente: propia. Figura
1. A
un kilómetro de casa, 2021.
Trazo en mapa virtual, medidas variables. Fuente: propia.
El mapa, por tanto, es el soporte -virtual- donde se
manifiesta la acción, pero no donde tiene lugar. De la misma forma, las
coordenadas -acotadas por un sistema externo de geolocalización- que revelan
nuestra situación en el momento de finalizar la acción, no pueden constituir el
resultado de la suma de la cadena de coordenadas que las precede. A lo sumo,
podríamos señalar que la última coordenada es un estadio más –al igual que el
resto- dentro del periplo vital que dibuja Límites ilimitados. A decir verdad,
cada coordenada registrada en el mapa, cada paso dado sobre el terreno tiene el
mismo valor que el resto — si es que estamos autorizados para hablar en
términos de valor, de más, de menos, sobre una acción de carácter
principalmente cualitativo —.
Por ello, exponemos en las figuras 1 y 2, dos de los
registros geográficos que resultan de nuestra intervención en el ámbito social.
El primero de ellos se titula A un kilómetro de casa; el segundo, Límite
geográfico, límite virtual. A
continuación, hacemos una breve revisión de su configuración.
A un kilómetro de casa surge con el objeto de analizar cómo
se manifiesta la idea de frontera a partir de su búsqueda. Esta intervención,
inspirada en la obra Frontera de la autora Viviane Straub, fue realizada el 27
de mayo de 2021, una vez transcurrida la ordenanza preventiva de que uno, como
individuo, no podía alejarse más de un kilómetro desde su casa. El objeto de
esta limitación no era otro sino tratar de contener, en la medida de lo posible,
las relaciones sociales y, por tanto, la propagación del coronavirus. Esta
acción que se desarrolló a lo largo de 11.8 kilómetros tuvo una duración de dos
horas y treinta minutos. Durante este tiempo fueron muy diversas las
reflexiones y conclusiones que hallamos. Estas reflexiones adquieren forma de
nota de campo durante la acción A un kilómetro de casa. Exponemos algunas de
dichas notas a continuación, no con idea de ofrecer un “retrato” sobre la
realidad que esta práctica buscaba analizar, más bien como muestra de la
reflexión a la que nos puede conducir el hacer de una obra de carácter
artístico. Por ello, no exponemos estas notas como resultado de nuestra
actividad, sino como una de las consecuencias que nacen a partir del acto
performativo.
Cuando uno se desplaza a lo largo del lienzo en forma de
ciudad, ¿el desplazamiento que ocurre es físico, temporal o vital? Al no
encontrarnos límites físicos que delimiten nuestro paso, encontramos que esta
forma de frontera es un término difuso, vago y ambiguo; los límites se diluyen
en el momento que los tocamos. Y, sin embargo, dibujamos fronteras a medida que
caminamos sobre ellas. Además, encontramos que establecer un límite de un
kilómetro de radio desde el espacio donde reside cada uno de los habitantes de
cualquier ciudad, implica establecer un límite virtual, aparente y no real, por
lo que la decisión de transgredir o no esa frontera a menudo reposa sobre la
responsabilidad de cada individuo. Este hecho plantea una paradoja, ya que es
la libertad el único lugar desde donde poder decidir, y esta paradoja sólo se
hace visible en el momento en que uno se sitúa sobre el contorno que dibuja su
libertad perimetral.
Límite geográfico, límite virtual es una acción que tuvo
lugar el 29 de mayo de 2021. Esta acción tuvo una duración de seis minutos y se
extendió a lo largo de un recorrido de 160 metros. Durante esta acción no
recogimos notas de campo ya que fue extremadamente escueta. Las reflexiones
surgieron a posteriori. A continuación, relatamos las motivaciones que nos
llevó a realizar este breve acto -o gesto, según se mire-, así como las
dificultades que encontramos durante la acción.
La superficie azul representada en la imagen (figura 2) se
refiere a un lugar no transitable, la ría del Nervión. En la búsqueda de los
desajustes que pudiese haber entre la representación geográfica del espacio que
proporciona MyTracks y la realidad en sí, encontramos un puente recientemente
construido que no figuraba en la geografía virtual de la aplicación. Por tanto,
transitar a lo largo de aquella construcción que unía dos partes de Bilbao
podía ayudarnos a trazar una línea virtual que fuese el registro de cómo
transgredíamos un límite aparentemente físico, aparentemente real: la orilla
del paseo del Canal de Deusto, Bilbao. Sin embargo, esta transgresión sería
únicamente virtual, una ficción -únicamente registrada en la aplicación-, dado
que la nueva plataforma sostendría nuestro paso sobre la ría del Nervión. Para
nuestra sorpresa, al situarnos aquel 29 de mayo frente a la recientemente
construida plataforma, una señal de prohibido el paso nos advirtió que la
pasarela aún no estaba abierta al público. Tratando de hacer una simulada
representación de la transgresión de un límite real –y que se manifestaría
después como real en su registro virtual-, nos tropezamos con otro límite
tangible, una frontera, una inmensa valla metálica que impedía el paso a la
pasarela. Así, el simulacro de tratar de ir más allá de un límite dejó de ser
simulacro para convertirse en realidad palpable. Esta nueva frontera señaló un
nuevo marco de acción y supuso el surgir de una frontera no contemplada en esta
performance: la división entre espacio público (el paseo) y no púbico (la
pasarela que, si bien su espacio aún no puede considerarse público, la norma
que regula su acceso plantea una división muy semejante a la existente entre
espacio público y privado). De esta manera, nos encontramos con que el acceso a
la pasarela estaba custodiado por dos formas de limitación: la una física, la
valla, y la otra legislativa, la norma que regula el acceso a la plataforma.
Conclusiones
La puesta en marcha e implementación de Límites ilimitados
nos ha permitido dar con algunas nociones que ya intuíamos, pero también nos ha
ayudado a hallar otras que ni siquiera sospechábamos. La mayoría de estas ideas
pertenecen a la economía que regula la convivencia entre individuo, arte y
sociedad.
Dentro de la tabla periódica que organiza los elementos
esenciales del arte visual, encontramos el punto, quizá el más simple de todos
los elementos. De la misma manera que se organizan los números dentro de la
secuencia de Fibonacci (los dos últimos valores de la cadena numérica se suman
para obtener el siguiente valor: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8…), se organizan también
los elementos esenciales del arte visual. Así, encontramos que la línea es el
siguiente elemento diferenciador dentro de esta escala (•, •, ―…).
Pero más allá de la analogía que la línea -o el punto- pueda mantener con la
citada secuencia matemática, más allá de que la línea o el número puedan
entenderse como una abstracción mental, prevalece la idea de que la línea es la
physis misma de un dibujo. Esta concepción acerca de la línea está muy presente
en nuestra propuesta. Si atendemos al hecho de que cada uno de los pasos que damos
para realizar la acción A un kilómetro de casa, por ejemplo, se corresponde con
una coordenada geográfica que queda registrada en el mapa virtual, advertimos
también que cada uno de estos pasos se corresponde con un punto. De no existir
un desplazamiento del sujeto, de no haber, como mínimo, dos puntos en el
espacio — sean del orden que sean, físicos o virtuales —, supondría que tampoco
hay acción, ni registro, ni línea. Por tanto, y sin transgredir los límites de
la obra que aquí exponemos, encontramos que la línea se presenta como registro
y prueba viva de la acción.
Las acciones llevadas a cabo dentro de la propuesta Límites
limitados han sido — y siguen siendo —, muy diversas. Sin embargo, todas ellas
poseen esta cualidad de la línea a la que nos referíamos más arriba. Y cuando
dibujamos sobre un papel, sin emplear ningún tipo de soporte virtual que
registre las múltiples coordenadas del desplazamiento que sufrimos en la
búsqueda de fronteras de diversa naturaleza, también nos tropezamos con esta cualidad
de la línea. A decir verdad, cuando dibujamos pensamos en fronteras, en la
línea horizontal que se extiendo sobre el papel de izquierda a derecha y que
separa y une al mismo tiempo los dos planos que representan cielo y tierra respectivamente,
por ejemplo. O cuando dibujamos la delicada silueta vertical que acaricia la
forma de la nariz de un rostro que aún estamos por descubrir.
Sin embargo, la línea es frontera no sólo por aquello que
representa. Encontramos que la línea es frontera por pura definición. Como
huella de un acto que se desprende de toda temporalidad en el momento en queda
registrada sobre un soporte; aquí, se desprende de toda temporalidad; pasa de
ser gesto temporal a ser huella espacial y, por tanto, podríamos decir que
transita de lo vivencial a lo inmortal. Y es durante esta transición que sufre
el gesto proyectado hacia su trazo, donde sucede también la metamorfosis de la
idea. Es en este lapso que podríamos señalar como temporal -aunque, a decir
verdad, trasgrede esta dimensión-, en el momento que la punta del lápiz, por
ejemplo, toca la superficie del papel donde pretende transformar el gesto en
trazo, cuando se abre una breve ventana entre dos mundos: el material, o
sensible, y el no-material, de las ideas. Así, entendemos que la línea nace en
un territorio de frontera entre el mundo material y el no-material. ¿Diríamos
entonces que la línea es apátrida? Probablemente así ocurra mientras la línea
carece de significado. Sin embargo, cuando esta se apropia de connotación, ya
sea para representar otra existencia o para proclamar la suya propia, el trazo
deja de ser trazo para convertirse en dibujo, en una forma de descubrimiento
(Berger, 2014, 141). Algo muy similar debió de suceder cuando los primeros
seres humanos, con su mano manchada, tocaron la pared de la caverna que
habitaban; un gesto que bien podría significar: soy un ser vivo, consciente, y
aquí estoy (Gordillo, 1990, p. 86). Encontramos que, hoy en día, este principio
continúa estando muy presente en el dibujo, ya sea un trozo de carbón, un lápiz
o cualquier sofisticado sistema de geolocalización la herramienta empleada para
acometer los trazos que conforman el dibujo. Esta propiedad del dibujo, o del
dibujar más bien, con independencia de la (des)evolución que sufran los
instrumentos y los soportes, nos sitúa muy cerca de aquellos seres humanos, de
aquel primer ser humano que supo reflejar su con(s)ciencia sobre una roca.
Por otro lado, según describe Susan Sontag, el realismo en
fotografía tiene su raíz en la creencia de que la realidad permanece oculta y,
por tanto, la labor de la fotografía es desvelar dicha verdad; así, ocurre que
todo aquello que registra la cámara es un descubrimiento, cierto orden que el
ojo humano no puede percibir (Sontag, 2008, p. 121). Tal vez en esta propuesta
ocurra algo similar al proceso que describe la filósofa. La imagen virtual
resultante de un caminar errante en busca de unos límites establecidos, físicos
o normativos, desvele una realidad –un orden- que la visión natural no puede
captar. De hecho, si bien es verdad que en nuestra propuesta el mapa virtual
que empleamos puede representar, en cierto sentido, la racionalización del
espacio que habitamos, también lo es que el trazo que surge de nuestro tránsito
es la consecuencia del diálogo que mantenemos con dicho espacio, una forma más
plástica y orgánica, más vivencial, de entender ese mismo entorno. Así, en esta
suerte de dibujos que proponemos a través de Límites ilimitados, podemos
encontrar dos rasgos distintivos, muy a menudo contrapuestos, del ser humano:
la razón, que se manifiesta por medio del mapa, y el corazón, que se expresa a
través del trazo.
Queremos cerrar este texto con la idea de que la experiencia
estética que proponemos por medio de Límites ilimitados es «imaginativa»
(Dewey, 2008, p. 307). La imaginación es una cualidad humana que ha pasado
desapercibida durante nuestro escrito, pero su presencia se antoja fundamental
para la contemplación de cualquier obra de carácter visual. Sin ella no
podríamos atender a la invitación que plantea esta obra, o cualquier otra. Ya que, si la interacción del ser humano con
su circunstancia es el origen de toda experiencia y esa experiencia solo se
hace consciente en el encuentro con significados de experiencias anteriores
(2008, p. 307), de no haber transitado por las calles de Bilbao que se muestran
en los mapas que aquí hemos expuesto, no podríamos advertir el significado que
representan tales trazos sobre el mapa. ¿Acaso no son estos trazos virtuales
consecuencia de la huella que un ser humano deja sobre el territorio y cuyo
significado, soy un ser vivo, consciente, y estoy aquí, no es sino el eco de un
ser «prehistórico» que se manifiesta en cada persona que dibuja líneas sobre
una superficie?
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Sontag, S. (2011). Sobre la fotografía.
Penguin Random House Grupo Editorial.
Zeisel, J (1981). Inquiry by design: tolos for
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University Press.
BIO
Julen
Araluce es licenciado en Bellas Artes por la
Universidad del País Vasco (EHU-UPV), donde se doctoró en 2017. Ha realizado
estancias de formación e investigación-creación en diferentes lugares: Bradford
(RU), Portsmouth (RU), Macerata (Italia) y Córdoba. Durante los últimos diez
años ha trabajado en educación secundaria, el marco de estudio donde sitúa su
tesis. En la actualidad compagina la investigación y su labor creativa como
pintor y dibujante con la docencia en el departamento de Pintura de la facultad
de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco (EHU-UPV).